Educar en valores es esencial e imprescindible en cualquier etapa de
la vida, pero cobra especial relevancia en edades más tempranas. Los
valores hacen que las personas nos comportemos tomando las decisiones
adecuadas sin producirnos daño a nosotros mismos ni a la gente que nos
rodea. Es una cuestión de actitud, y la base de transferir ciertos
valores empieza en los entornos más cercanos del niño como la familia.
Teniendo en cuenta que debemos adaptarnos a las características y
necesidades de cada niño, podemos empezar desarrollando la autoestima,
empatía y sensibilización en relación con los problemas de los demás,
para ir fomentando desde los primeros años de vida el respeto de los
valores. Es fundamental empezar desde el hogar con el ejemplo de los
padres y abuelos; ya que éstos constituyen figuras significativas para
ellos.
Enseñar a nuestros niños valores, así como que aprendan a identificar
las virtudes que poseen es algo fundamental. Muchos no saben que tienen
ciertas cualidades que les hacen ser únicos e inigualables. Debemos
reforzar la autoestima de los más pequeños y enseñarles que a pesar de
las diferencias que puedan existir entre unos y otros, todos somos
personas y todos tenemos algo que nos hace especiales, sólo hay que
encontrar el qué.
Debemos conseguir que los niños descubran qué es aquello que les hace
ser ellos, ser únicos. Enseñarles que a veces lo que les hace
diferentes es precisamente lo que les hace especiales. ¿Qué sería de
este mundo si todos fuésemos iguales unos a otros y actuáramos de la
misma forma?
Es importante promover la autoestima en los niños, ya que estar bien
con un mismo es siempre el principal valor al que debemos aspirar.
Debemos aceptarnos tal como somos, estar bien por dentro y por fuera. Y
recordar siempre que nadie, ni siquiera la propia sociedad con sus
modas, tiene derecho a decirnos que ser diferente está mal.