¿Qué produce una rabieta, berrinche o pataleta?
Siempre he pensado que el primer paso es entender qué es una rabieta o berrinche y por qué se produce,
con este primer paso ya vamos a verlo desde otra perspectiva y nos va a
poner en una posición mucho más comprensiva y empática.
Una rabieta se produce cuando una persona, ya sea niño o adulto (sí, los adultos también tenemos rabietas, pero las llamamos "perder los papeles"), no sabe expresar sus emociones de enfado y/o frustración de una manera apropiada y asertiva
(con palabras), y en lugar de eso da salida a esa emoción a través de
un comportamiento inapropiado y dañino (gritando, pataleando, golpeando
objetos o personas, dando un portazo...). En el caso de niños muy
pequeños es habitual que todavía no tengan un lenguaje muy desarrollado y
por eso no pueden comunicar cómo se sienten, y en el caso de niños más
mayores o de adultos, es posible que aunque puedan hablar no sean
capaces de identificar cómo se sienten, aceptarlo y expresarlo de manera
apropiada.
Ahora que sabemos por qué se
produce una rabieta, vamos a buscar el motivo, si la causa de la rabieta
es el enfado, vamos a preguntarnos de dónde viene ese enfado. En cada caso el origen del enfado va a ser diferente, y no siempre va a ser fácil identificarlo, pero por
norma general, el enfado se produce porque nuestras necesidades no
están cubiertas, así que tiene bastante sentido intentar buscar cuáles
son esas necesidades en ese momento.
Cómo gestionar una rabieta respetuosamente
Vamos a ver algunos puntos importantes a la hora de gestionar una rabieta respetuosamente:
- Antes de reaccionar, recuerda que si tu hij@ está teniendo una rabieta no lo hace por gusto ni para ponerte a prueba. Tener una rabieta no es agradable, a nadie nos gusta esa sensación de perder el control, y l@s niñ@s no son una excepción. En vez de ponerte a la defensiva, muéstrale que estás de su lado.
- Agáchate para hablarle desde su altura, mirándole a los ojos, así le estás mostrando que le respetas, que no te sientes superior a él/ella y que estáis juntos en esto. En vez de sentir que le juzgas o le riñes desde arriba, va a sentir que sois un equipo. Este detalle del lenguaje corporal ayuda mucho en la comunicación con los niñ@s en general, no sólo durante una rabieta.
- Es importante no juzgar la emoción, no queremos transmitirle la idea de que enfadarse es malo, queremos que aprenda a identificar esa emoción, aceptarla y expresarla de forma apropiada. Podemos recordarle que enfadarse no es malo, y que no podemos evitar enfadarnos a veces, pero lo que sí podemos hacer es decidir cómo actuamos cuando nos enfadamos.
- Ayúdale a poner nombre a sus emociones, esto le va ayudar a calmarse porque va a entender lo que le está pasando y va a poder recuperar el control. Además va a aprender a verbalizar lo que siente, a comunicarlo de manera apropiada cuando se encuentre con otra situación parecida, es decir, le estás ayudando a superar esta rabieta y a prevenir futuras rabietas.
- Muestra empatía. La empatía tiene un efecto calmante, ya que cuando el cerebro percibe empatía el nervio vago relaja el cuerpo. Esto es algo que leí hace tiempo en el libro Brain Rules for baby de John Medina, está demostrado científicamente y además es de sentido común. Si estás teniendo una rabieta y percibes que la otra persona se pone en tu lugar y te intenta comprender, lo lógico es que te sientas más calmad@ y más abiert@ a comunicarte con esa persona.
- No pretendas razonar con el/la niñ@ hasta que no se haya calmado un poco. Durante el momento más intenso de la rabieta se produce lo que se llama secuestro amigdalar o secuestro emocional, y el cerebro pierde en gran parte la capacidad de razonar.
- Pregúntale "¿Qué necesitas?" Por un lado vas a hacerle ver que estás genuinamente interesad@ en cómo se siente y en ayudarle a sentirse mejor, y por otro lado, si el/la niñ@ nos da una respuesta (que no siempre es así), vamos a tener una información valiosísima tanto para solucionar esa situación como para anticiparnos a situaciones similares en el futuro.
- En función de la situación o del/la niñ@, a veces todo lo anterior no funciona hasta que ha pasado un tiempo (unos minutos o un buen rato). Seguro que conoces adultos a los que no les apetece hablar “en caliente”, prefieren estar solos cuando están en el momento más intenso de la emoción y hablar después, “en frío”. Con los niños ocurre igual, si ofrecemos ayuda y la rechazan tenemos que respetarlo, únicamente nos aseguramos de que durante la rabieta no se hagan daño a sí mismos ni a otras personas ni al entorno, y les decimos con calma que estamos disponibles si nos necesitan.