25.7.20

Gestionar actitudes no respetuosas de otr@s adult@s con nuestr@s hij@s

Sé un modelo de respeto y asertividad

Si estamos hablando de que queremos que se respete a nuestr@s hij@s, es obvio que tenemos que empezar por mostrar respeto por nuestra parte (y por obvio que parezca, es sorprendente la cantidad de personas que supuestamente educan a sus hij@s en el respeto y en cambio tratan a otras personas con una falta de respeto alucinante).
A veces nos puede salir la vena de mamá leona o papá león al querer defender a nuestr@s hijos cuando otra persona adulta tiene una actitud no respetuosa, así que tenemos que hacer un ejercicio de autocontrol para poder expresar lo que queremos con el mayor respeto posible. Para esto la herramienta que necesitamos es la asertividad.
La asertividad, de la que ya hemos hablado anteriormente en RetoMontessori, consiste en conocer y expresar nuestros derechos, opiniones, ideas, necesidades y sentimientos de forma consciente, clara, honesta y sincera, respetando los de los demás.
Es decir, si voy con mi hijo por la calle, se cae al suelo y se pone a llorar y un señor le dice "Venga, ¡que no ha sido nada! Los niños no lloran, ¿O es que eres un llorón?", puedo enfadarme mucho y con motivo, tal vez me den ganas de decirle a este señor "¡¡Y a usted quien le ha preguntado nada!!" pero mi mensaje será mucho más efectivo si puedo utilizar la asertividad y decirle "Pues claro que los niños lloran, igual que ríen o se enfadan, todos tenemos emociones y reprimirlas no es bueno".
Puede que el señor me mire raro, puede que lo que le digo le haga pensar o puede que le entre por un oído y le salga por el otro, pero mi hij@, que es quien realmente me importa aquí, está viendo:
  1. Que lo que el señor le ha dicho no es una verdad absoluta y que yo no lo comparto.
  2. Que se puede expresar desacuerdo con otra persona sin faltarle al respeto.
Pero si esto de responderle a la otra persona os parece embarazoso, bien por que sea desconocida, o bien porque sea conocida y no queráis crear un conflicto, non ti preoccupare!, tengo una estrategia que os va a encantar.

La estrategia de hablarle al/la niñ@ para que la persona adulta lo oiga

Esta estrategia va muy bien si os da un poco de reparo enfrentaros directamente a la otra persona adulta. Yo, que soy introvertida y odio el conflicto, la he utilizado y la utilizo muchísimo.
Es un truquito que funciona bastante bien, porque el mensaje le llega al niñ@, que es quien me interesa en primer lugar, y "de rebote" le llega a la otra persona adulta, que no tiene por qué tomárselo como un ataque personal y que puede decidir darse o no por aludida, pero como poco, verá que hay otra forma de pensar y actuar diferente a la suya.
Volviendo al ejemplo del señor anterior, en este caso la misma frase de "Pues claro que los niños lloran, todos tenemos emociones y reprimirlas no es bueno" se la diría a mi hij@, tal vez con algún cambio, como "Pues claro que los niños lloran, ¿verdad? Y las niñas, y los papás, y las mamás..." o también: "¿Te has hecho daño al caer? Ya me imagino, cuando yo me hago daño también lloro, y papá también, ¿a que sí? Es lo más normal"
La idea no es hacer sentir mal al señor (aunque en el fondo de nuestro corazoncito de mamá leona o papá león queramos venganza ?) sino normalizar algo que a él le parece extraño, y hacerle ver que l@s niñ@s merecen ser tratad@s con el mismo respeto que las personas adultas.

Ten claras tus prioridades

Cuando se presenta una situación en la que una persona adulta no respeta a alguno de mis hijos, suelo preguntarme a mí misma "¿Cuál es mi prioridad?", y se me ocurren varias posibles:
  • ¿El mensaje que va a recibir mi hij@ de esta situación?
  • ¿Lo que piense de mí esta otra persona adulta?
  • ¿Evitar un conflicto?
  • ¿Mostrar a este/a adulto cómo quiero que trate a mi hij@ y por qué es importante para mí? (especialmente si esta persona suele pasar tiempo con mi hij@)
Mi primera prioridad en cualquier situación es el mensaje que va a recibir mi hijo o mi hija, y a partir de ahí, el resto pueden estar en diferente orden en función de la situación y de quién sea la otra persona.
Por ejemplo, si se trata de un desconocido al que no vamos a volver a ver, para mí no va a ser prioritario soltarle un discurso sobre mi filosofía de vida y mi estilo de crianza (tampoco creo que esta persona quiera quedarse a escucharme), y tampoco me importa mucho quedar bien o mal, lo que piense de mí es secundario porque al fin y al cabo, no es una persona cercana (esto es algo que nos puede costar si habitualmente le damos mucha importancia a lo que los demás opinen de nosotr@s, pero se puede trabajar ?)
En este caso posiblemente me interesará evitar o resolver el conflicto con una o dos frases o simplemente ignorándolo, pero si decido ignorarlo me aseguraré de que mi hij@ sepa que aunque lo he ignorado no estoy de acuerdo, por ejemplo diciéndole algo como "Lo que ha dicho ese señor no ha sido muy respetuoso, ¿verdad? Pero a veces es mejor ignorar los comentarios de la gente cuando no aportan nada bueno". Lo que viene siendo el tradicional refrán: "A palabras necias, oídos sordos".
Esto nos lleva al siguiente punto.

Elige tus batallas

No siempre nos vamos a enzarzar en una discusión con cualquier persona que tenga una actitud no respetuosa con nuestr@s hij@s, nuestra energía es limitada y hay que saber elegir en qué la empleamos, al menos esa es la conclusión a la que yo he llegado en estos años de maternidad...
En mis primeros años como madre saltaba por cualquier cosa y era agotador, además de crearme una sensación de crispación, que posiblemente el resto de personas y también mi hijo, percibían. Así que decidí relajarme y elegir mis batallas.
Para elegir mis batallas me guío por lo que he explicado en el punto anterior, en una situación concreta reviso mis prioridades y en función de eso decido si merece la pena "enfrentarme" a la otra persona adulta o si es mejor hacer oídos sordos.
Sin olvidar que en ese caso tengo que hacer saber a mi hij@ que lo que ha pasado me ha parecido irrespetuoso y que no es que no quiera defenderle sino que en esta ocasión he pensado que no merecía la pena entrar en una discusión, pero que estoy de su lado. Le podemos explicar lo que significa "elegir tus batallas", porque personalmente me parece un aprendizaje importante.