20.7.20

Algunas claves sobre “La educación de las potencialidades humanas”.

Me gustaría que nos situemos un poco en la historia para profundizar en la vida de María
Montessori, y en este caso, para entender mejor su libro “La educación de las potencialides
humanas” que acaba de reeditar en Ámsterdam Montessori Pierson-Publishing Company.
Este libro es una continuación de “Educar para un nuevo mundo”, y fue escrito por María
Montessori en kodaikanal, donde vivió durante su estancia en la India, en plena Segunda
Guerra Mundial. Cuando lo escribió María Montessori tenía 74 años de edad y se dedicaba a
escribir algunas otras obras fundamentales, como “Educación y Paz” y “La mente absorbente
del niño” que son su testamento espiritual.
Con “La Educación de las potencialidades humanas” María Montessori se propone ayudar a
los docentes a que visualicen las necesidades del niño de los 6 a los 12 años, presentando lo
que ella denomina Educación Cósmica. Y en 90 páginas nos contagia su dinamismo y
apertura mental, que son las claves del gran movimiento montessoriano, un movimiento
pedagógico renovador que ha revolucionado los procedimientos educativos, centrándose en
el niño, como único protagonista de la Escuela.
Voy a hacerme eco de las propias palabras de María Montessori, para destacar algunas de las
cosas que me parecen más interesantes del libro, con el riesgo de quedarme corto y ser
demasiado esquemático, sabiendo que merece la pena leer la totalidad del libro.
Escribe María Montessori en la Introducción que su libro ha sido escrito con la intención de
ser una continuación de Educar para un Nuevo mundo y ayudar a los docentes a que
visualicen las necesidades de los niños a partir de los seis años. Dice que “los primeros
cuatro capítulos están basados principalmente en la psicología; muestran los cambios en la
personalidad de los niños de seis años con los que tiene que lidiar la maestra, y plantean la
necesidad de darle un nuevo enfoque al tema. El secreto del éxito consiste en utilizar mucha
imaginación para despertar el interés y fomentar el crecimiento de las semillas de interés ya
sembradas con un atractivo material grafico y literario. Pero todo esto tiene que estar
asociado a una gran idea central inspiradora: el Plan Cósmico, en el cual todos, consciente o
inconscientemente, están al servicio del gran Propósito de la Vida”.
Añade que “los ocho capítulos posteriores indican una forma de presentarle al Niño el Plan
Cósmico, como si fuera un cuento apasionante acerca del planeta en el que vivimos, donde
se narren los lentos y numerosos cambios que este ha sobrellevado a lo largo de largas eras
cuando el agua era la principal obrera con la cual la Naturaleza contaba para el logro de sus
objetivos; cómo la Tierra y el mar lucharon por la supremacía y cómo se alcanzó el equilibrio
de los elementos para que por fin la Vida entrara en escena y representara su papel en esa
gran historia (...) Al rememorar las épocas más cautivantes de la historia del planeta, se va
conduciendo al Niño y se le hace notar que la humanidad aun está en su etapa embrionaria,
que solo ahora se encamina hacia su verdadero nacimiento, el cual la llevará a tomar
conciencia de su verdadera unidad y función”.
1 MONTESSORI, María, La Educación de las potencialidades humanas, Ámsterdam, Pierson-Publishing
Company, 2015. (El libro fue publicado originalmente en inglés, en Madrás (India) por la Editorial
Kalaskshetra, en 1948).
2 Juan José Morales Ruiz es Doctor en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de
Barcelona; Profesor Tutor Titular de Historia Contemporánea de la UNED; Miembro de la Asociación
Montessori Española (AME) y de la Association Montessori Internationale (AMI). Posee el Children’s
House Assistants Course Certificate of Completion, de AMI. Ha sido Director de Comunicación del
Colegio Montessori de Zaragoza. Es coautor del libro: María Montessori, Madrid, Ed. Fundación
Emmanuel Mounier, 2009. ISBN: 978-84-96611-51-1.
2
El niño de seis años y el plan cósmico3
Hablando del niño de seis años y el Plan Cósmico María Montessori pone evidencia que la
educación entre los seis y los doce años no es una continuación de la etapa anterior, pero se
basa en dicha etapa. Afirma que “en lo psicológico, cambia decididamente la personalidad, y
conforme lo ha determinado la naturaleza, durante este periodo el niño adquiere todo cuanto
tiene que ver con la cultura (…)
La conciencia, que ha tenido ya un considerable desarrollo, ahora sale en una dirección
determinada, la inteligencia se vierte al exterior y el niño muestra una predisposición a
indagar la razón de las cosas como nunca lo había hecho (…) En esta etapa se siembra la
semilla de todo, pues la mente del niño es similar a un suelo fértil dispuesto a acoger lo que
más adelante germinará (…) Pero si en este periodo especial la mente no recibe la atención
suficiente o no logar satisfacer sus necesidades vitales, termina por atrofiarse. El niño tiene
que aprender de su propia actividad. Hay que darle lo que necesita y no hacerle ningún
cuestionamiento con respecto a su elección. La enseñanza se debe limitar a satisfacer las
demandas mentales, nunca dictarlas.
Los niños pequeños no se pueden mantener quietos porque necesitan coordinar sus
movimientos. Del mismo modo, quizá los más grandes parezcan un poco problemáticos
cuando indagan acerca de qué, cómo y por qué de todo lo que ven, pero lo hacen porque
están construyendo su intelecto mediante la actividad mental, y es imperativo alimentar ese
intelecto en amplios campos de la cultura. Enseñar se convierte en una tarea fácil, puesto
que no es necesario elegir qué es lo que hay que darle al niño, basta con ponerle todo al
alcance de las manos para que satisfaga su apetito mental. El niño requiere absoluta libertad
de elección, y luego bastará con que repita las experiencias varias veces, y cada vez pondrá
un interés más marcado y una mayor concentración para adquirir el conocimiento deseado”.
Una visión de todo el universo
María Montessori piensa que “ya que hay que brindarle tanto al niño, démosle una visión de
todo el Universo. El Universo es una realidad imponente, una respuesta a todas las
preguntas. Debemos andar juntos este camino, pues todas las cosas son parte del Universo
y están conectadas entre sí para formar una completa unidad. (…) Es necesario centralizar
los intereses del niño, pero los métodos comunes no logran cumplir ese objetivo ¿Cómo es
posible mantener interesada la mente de un individuo en crecimiento, si todo lo que le
enseñamos gira en torno de un mismo y limitado tema particular y sólo se podrán transmitir
los detalles ínfimos que es capaz de memorizar? ¿Cómo vamos a forzar al niño a que se
interese por algo, si el único interés auténtico es el que surge de su interior? Lo que se
impone desde fuera no es otra cosa que obligación y esfuerzo fatigoso, ¡nunca el verdadero
interés!. Esto debe quedar bien claro.
Si la idea del Universo se presenta ante el niño en la forma adecuada, se logrará algo más
que despertar su interés, pues ella le causará admiración y asombro, sentimientos más
elevados y gratificantes que cualquier otro tipo de interés. La mente del niño ya no se
perderá sin rumbo, se fijará en un determinado foco. Así, los conocimientos que adquiere se
vuelven organizados y sistemáticos. La inteligencia se manifiesta como una totalidad gracias
a la visión completa que se le ha presentado, y el niño se interesa por todo, pues cada cosa
está interconectada con las demás y ocupa un sitio en el universo en el cual se centra su
mente.
¿Qué soy yo?
Las estrellas, la Tierra, las piedras, todo tipo de vida conforma una totalidad en su relación
con lo demás, una relación tan estrecha que sería imposible comprender la naturaleza de
una piedra… ¡sin antes comprender el inmenso Sol! No importa qué es lo que tocamos, si es
un átomo o una célula, es imposible explicarlo sin conocer el ancho universo. ¿Existe alguna
respuesta mejor que les podamos dar a esos buscadores de conocimientos?
3 IBIDEM, p. p. 4 a 9.
3
Incluso cabría preguntarse si será suficiente con el universo… ¿Cómo nació? ¿Cómo llegará a
su fin? Estas dudas son parte de una curiosidad aún mayor que, una vez surgida, jamás en
la vida entera podrá ser saciada. Es posible hacer que las leyes que gobiernan el universo se
presenten ante el niño como algo interesante y maravilloso, aún más que los objetos
mismos. Entonces el niño empieza a hacer preguntas: ¿Qué soy yo? ¿Cuál es la tarea del
hombre en este maravilloso universo? ¿Estamos aquí sólo con la función de vivir para
nosotros mismos o tenemos otra función? ¿Por qué peleamos y luchamos? ¿Qué es el bien y
el mal? ¿En qué terminará todo?
El buen uso de la imaginación4
Cree María Montessori que “cuando se acepta la necesidad de integrar la personalidad como
un todo, y de centrarla en primer término en la concepción cósmica, surge el problema de
cómo y cuándo presentar esta idea. Se la puede exponer, incluso ante los niños más
pequeños, que ya han aprendido cuán eficaz puede ser aprender indirectamente cuando uno
se dirige a los más grandes en presencia de aquellos, dado que, hasta cierto punto, en
nuestras escuelas los niños de distintas edades están juntos. Cada vez que queremos
mostrarles algo a los niños más grandes, vienen los pequeños y se amontonan alrededor de
nosotros con un interés desmedido.
Tal interés quedó muy bien ejemplificado cuando se le mostró a un niño de seis años un
diagrama comparativo en el que se ilustraban con un punto y un círculo las diferencias entre
las magnitudes del Sol v la Tierra. Los más chicos se fascinaron con lo que habían
descubierto y no se despegaban del gráfico, en tanto que el de seis años, para quien se
había preparado el material, no lo encontraba para nada fuera de lo común, y requería
alguna otra cosa para que se le despertara un interés similar. Semejante entusiasmo no es lo
mismo que la simple comprensión. El punto y el círculo despertaron la imaginación del niño
mas pequeño y lo entusiasmaron muchísimo, pues había notado algo que iba más allá de los
limites de su conocimiento, algo que no pertenecía al medio físico, que no se podía agarrar
con las manos.
Por otra parte, el hecho de que esa ilustración en particular no conmoviera en absoluto al
niño mayor no se debía a que no hubiese nada que le movilizara la imaginación, haciéndole
dar pasos gigantescos y que lo transportaran de su pequeño mundo a reinos mas vastos
dentro de un universo desconocido; lo que ocurría era que le era imposible alcanzar tales
misterios y maravillas sin ayuda ajena. Estas realidades superiores, a las que sólo tiene
acceso la imaginación, son las que marcan el camino que transitará el niño entre los seis y
los doce años. La visión imaginativa es muy distinta de la simple percepción de un objeto,
puesto que no tiene limites.
La imaginación viaja por el espacio y el tiempo infinitos; uno se traslada a muchas épocas
del pasado y tiene una visión de cómo era la Tierra entonces, de las criaturas que la
habitaban. Para estar seguros de que un niño ha entendido algo, debemos preguntarnos si
es capaz de formarse una imagen de ello en la mente, si ha superado el nivel de la mera
comprensión.
La conciencia de la humanidad llega al mundo como una bola de fuego lanzada por la
imaginación. Todos los inventos o creaciones intelectuales del hombre son el fruto de la
imaginaci6n de alguien. El estudio de la historia o la geografía seria estéril sin la
imaginación, y si pretendemos mostrarle el Universo al niño, ¿cómo vamos a hacerlo si no es
utilizando la imaginación?
Hay materias que podrían ser un estimulo noble y creativo para la imaginación y, en mi
opinión, es un crimen presentarlas ante el niño de una forma que le impida usar esa
facultad; del mismo modo, es cruel hacer que memorice lo que no ha podido visualizar.
Temas así hay que mostrárselos de modo tal que le lleguen a la imaginación y lo
entusiasmen; luego solo restara echar combustible sobre ese fuego ya encendido.
4 MONTESSORI, María, op. cit., p. 9 a 13.
4
El secreto de la buena educación consiste en darse cuenta que la inteligencia del niño es un
suelo fértil donde se sembraran semillas que crecerán al calor del fuego de la imaginación.
Por lo tanto, nuestro objetivo no es meramente hacer que el niño comprenda, y mucho
menos forzarlo para que memorice hechos: nosotros apuntamos a conmover su imaginación
y entusiasmarlo hasta lo mas profunda de su ser. No queremos alumnos conformistas u
obsecuentes, queremos que sean fervorosos; nos proponemos sembrar vida en el niño, no
teorías; deseamos ayudarlo a crecer mental, emocional y también físicamente; y para eso es
menester brindar a la mente humana ideas magnificas y elevadas, pues esta siempre esta
dispuesta a recibirlas y constantemente requiere mas y mas.
En general, los expertos en educación aceptan que la imaginación es importante, pero
consideran que debe cultivársela por separado de la inteligencia, del mismo modo en que
separan a esta última de la actividad de sus manos. Son los vivisectores de la personalidad
humana. Quieren que los niños aprendan en la escuela hechos concretos y que para cultivar
la imaginación se les cuenten cuentos de hadas; es cierto que estos cuentos se refieren a un
mundo lleno de cosas maravillosas, pero no es el mundo que los rodea y en el que viven. Si,
estos cuentos contienen hechos que impresionan a los niños y estimulan la mente para que
sienta pena y horror, pues hablan de aflicciones y tragedias, y de niños a los que no dan de
comer, maltratan, abandonan y traicionan. Así como los adultos encuentran placer en las
tragedias de la literatura y el teatro, estos cuentos de duendes y monstruos complacen a los
niños y les despiertan la imaginación, pero no tienen ninguna conexión con la realidad.
Por otra parte, si al niño le mostramos la historia del Universo, tendrá que reconstruir con la
imaginación algo mil veces más infinito y misterioso, una epopeya que no existe en ninguna
fábula. Si se estimula la imaginación con cuentos de hadas y nada más, a lo sumo es posible
que más adelante el niño encuentre ese mismo placer en la lectura de novelas, pero no
podemos limitar así la educación. Una mente habituada a buscar placer exclusivamente en
los cuentos fantásticos va a convertirse con paso lento pero seguro en una mente holgazana,
incapaz de tener preocupaciones más nobles.
Hay muchísimos ejemplos de esta pereza mental en la vida social, gente a la que sólo le
interesa estar bien vestida, parlotear con las amigas e ir al cine. Esta gente tiene su
inteligencia enterrada bajo montañas de escombros y ya es imposible recuperarla. Sus
intereses se vuelven cada vez más estrechos, hasta que finalmente estos seres desdeñables
sólo piensan en sí mismos y dejan de lado las maravillas del mundo y la conmiseración por el
sufrimiento de otros seres humanos. Son verdaderos muertos en vida.
El universo ante la imaginación del niño5
María Montessori mantiene que “para despertar en los niños el interés por el Universo, no
debemos brindarles ya desde un comienzo datos aislados, hacerles comprender meramente
su mecanismo; habrá que transmitirles nociones mucho más elevadas de naturaleza
filosófica, adaptadas a la psicología de los niños. Con ese propósito, puede ser útil contar con
la ayuda de algunos mitos o cuentos de hadas, pero sólo aquellos que simbolizan verdades
de la Naturaleza, no los que son pura fantasía.
La vida es un agente cósmico. ¿Cuál es la mejor manera de presentar esta verdad ante los
niños, para apelar a su imaginación? Es probable que lo que más le llame la atención al niño
sean las dimensiones, la tremenda magnitud y alcance de la vida en el planeta, lo cual seria
simple porque él ya conoce el poder de los números. Se le pueden brindar cifras, fácilmente
obtenibles, sobre la poblaci6n humana de los distintos países, y luego mencionar la vida en
las profundidades del mar, que como se sabe es incalculable.
Primero mencionaremos las ballenas, esos impresionantes gigantes marinas, que al ser tan
grandes es lógico que no sean tantos como los peces más chicos. Las ballenas viven en
grupos en los mares del norte pero en el invierno se trasladan a regiones más cálidas, donde
se unen con otras especies, como la ballena blanca de la Antártida. Allí, no hay cientos de
grupos, hay cientos de miles. Dicho esto, no es difícil imaginar el resto de la vida marina,
compuesta por miríadas de multitudes de criaturas de menor tamaño.
5 IBIDEM p. p. 21 a 25.
5
Para dar una imagen grafica de esto, podemos recurrir a las cifras, y si no hay datos
estadísticos disponibles, considerar las áreas que quedan cubiertas en ciertos mares durante
la estación en que los peces se ven obligados a saltar a la superficie. Se ha observado que
sólo los que salen del fondo submarino, porque algún factor les impide estar allí, cubren en
tales ocasiones más de diez mil hectáreas (…)
A los niños les gusta analizar y comprender estas cifras colosales, y se les puede decir que
los peces pertenecen a la aristocracia de la vida y que los géneros inferiores son aún más
prolíficos, tanto que no alcanzan los números para contarlos. Es sabido que las medusas
suelen invadir a veces la superficie hasta tal punto que los buques más veloces demoran tres
días en cruzar por donde ellas están; para alimentarse, semejante cardumen caza con sus
tantísimos tentáculos criaturas vivientes muchísimo más numerosas, las cuales existen en
una cantidad que parece inagotable.
A fin de tener una idea de cuán numerosos son esos seres microscópicos, cabe destacar que
con su fosforescencia son capaces de iluminar kilómetros y kilómetros de un mar tropical,
basta el punto de rivalizar con las estrellas que brillan en una noche despejada. Si con la
ayuda de un microscopio se observan en una sola gota de agua cientos de organismos vivos
diminutos, ¿cuántos de ellos habrá en el inmenso océano? Se ha estimado que uno de los
más pequeños de esos seres vivos del mar es capaz de producir un millón de individuos
similares a él en diez días. Es decir, que luego de veinte días, tal vez haya un millón de
millones de esta criatura diminuta, ¡y en un mes el cubo de un millón! (…) En el reino
vegetal, las cifras son aún más difíciles de calcular; en algunos bosques, hay una maleza tan
tupida e impenetrable, que hasta los animales tienen que andar sobre las copas de los
árboles para procurarse alimento.
La vida es una aventura y esta poblada de peligros, tanto en el mar y el aire como en la
tierra. Las especies marinas viven bajo la constante amenaza de ser exterminadas por
voraces criaturas de mayor tamaño que buscan saciar su hambre, las cuales a su vez son
victimas de otras aún más grandes. En la tierra, a estos peligros se les suman las
hambrunas, inundaciones, erupciones volcánicas y plagas, las cuales se cobran numerosas
vidas; pero todo eso queda minimizado ante la destrucción sobrevenida si el agua o el aire
dejaran de cumplir su función vital: se aniquilaría toda forma de vida de un solo golpe
mortal. Todos los animales cuentan con el instinto de conservación y sus propias armas para
defenderse de cualquier otro peligro, de modo que- siempre sobrevivirá una cantidad que
garantice la continuidad de la especie, pero no hay criatura que se pueda defender ante la
privación de aquellos elementos indispensables.
Además, siempre se ha alertado acerca del peligro que corre la Tierra ante la posibilidad de
una colisión con algún cometa o el enfriamiento del Sol, pero se trata de riesgos remotos y
secundarios comparados con la catástrofe que sobrevendría si faltaran el aire o el agua. Si
bien no siempre presentaron la misma forma que hoy, parecería que estos dos elementos
han mantenido constantes su pureza y naturaleza esencial desde los mas remotos comienzos
de la vida sobre el planeta, sobreviviendo a cambios colosales, cuando se sumergieron
continentes enteros y se produjeron mutaciones el equilibrio del mundo.
En conclusión
Creo que el libro de María Montessori no ha perdido ni un ápice de actualidad, a pesar de
haber sido escrito en un contexto histórico tan distinto del nuestro, y en unos momentos en
los que parecía que la locura de la guerra condenaba a toda la humanidad a una terrible e
inevitable autodestrucción. Apartada del primer plano del escenario bélico internacional, en
la India, María Montessori profundizó en los fundamentos de un nuevo método educativo,
con una visión más vivencial y experimental que otros métodos convencionales. Propuso en
La educación de las potencialidades humanas un nuevo enfoque educativo que se basa en
que el niño viva la vida en armonía con el universo y con un espíritu de auténtica fraternidad
con todos los hombres.