El
frasco de la calma es un frasco dirigido a las familias para poder
controlar las rabietas en los niños y los nervios del adulto. Con él se pretende poder canalizar el estrés y la ansiedad potenciando la respiración y la calma gracias a la concentración.
El frasco de la calma está compuesto por pegamento, agua, champú,
purpurina y otros ingredientes que hará que tenga un movimiento casi
hipnótico que ayude al niño enojado a controlar sus rabietas, pero
siempre y cuando se utilice de una forma correcta donde el pequeño
comprenda que es un frasco para sentirse bien.
Es necesario que para acompañar a la acción se realice un tono cordial con el niño y se proporcionen instrucciones sobre la respiración para que el niño se relaje poco a poco. Así irá siendo consciente de cómo es capaz él mismo de controlar sus emociones y cómo puede despejar su mente, cuidar la respiración y notar cómo el miedo, el estrés y la ansiedad van desapareciendo.
Cuando el niño está estresado su ritmo cardiaco y su respiración se acelera por lo que pueden sentir un bloqueo en sus pensamientos. Pero concentrándose en la brillantina del frasco y en sus relajantes movimientos, podrán empezar a pensar con mayor nitidez, para que después, junto con la ayuda del adulto se pueda retomar el motivo del enfado y buscar las soluciones desde la calma y la serenidad.
Inspirado en la ideología de María Montessori
El frasco de la calma está inspirado en la pedagogía de María Montessori y el objetivo es que tanto padres como niños puedan regular sus emociones negativas pudiéndolas canalizar y que de este modo lo sentimientos de rabia, ira o tristeza puedan entenderse desde la calma. Todas las emociones son importantes y se deben poner palabras para que se pueda crear una conciencia, algo que hará que en el futuro al reconocer esas emociones se puedan dominar mejor.No es sólo para los niños
El frasco de la calma es un producto que está dirigido a los padres, para que lo utilicen junto con los niños de más de dos años de edad. El objetivo del frasco es calmar la ansiedad, los nervios o el estrés tanto del adulto como del niño concentrando la atención en los movimientos relajantes del interior del frasco. Es muy importante que el frasco esté bien sellado para que no se pueda abrir bajo ninguna circunstancia puesto que los materiales que hay en el interior son tóxicos.Es necesario que para acompañar a la acción se realice un tono cordial con el niño y se proporcionen instrucciones sobre la respiración para que el niño se relaje poco a poco. Así irá siendo consciente de cómo es capaz él mismo de controlar sus emociones y cómo puede despejar su mente, cuidar la respiración y notar cómo el miedo, el estrés y la ansiedad van desapareciendo.
No es un castigo
Cabe destacar que el frasco de la calma no es un castigo ni debe parecerlo. Es una técnica que debe aplicarse junto con el niño, acompañándolo en este proceso. Las amenazas o los castigos no caben dentro de la técnica del frasco de la calma. Los adultos deben proporcionar esta técnica como una inversión de tiempo para que los niños aprendan a controlar el estrés y la frustración, algo que les ayudará a medida que vayan creciendo a ser adultos exitosos que saben controlar sus propias emociones.Cuando el niño está estresado su ritmo cardiaco y su respiración se acelera por lo que pueden sentir un bloqueo en sus pensamientos. Pero concentrándose en la brillantina del frasco y en sus relajantes movimientos, podrán empezar a pensar con mayor nitidez, para que después, junto con la ayuda del adulto se pueda retomar el motivo del enfado y buscar las soluciones desde la calma y la serenidad.