Hablamos con Ève Herrmann del renacer de la pedagogía Montessori, de lo que este método aporta a la alfabetización digital y otros retos de la educación.
Interior de l’enfermería Jere WPA, en West Virginia, donde están los hijos de los mineros en el paro, 1937 | U.S. National Archives and Records Administration | Sin restricciones conocidas de derechos de autor
La pedagogía Montessori
considera al niño como un individuo completo que debemos acompañar hacia
la autonomía, respetando sus necesidades de aprendizaje. ¿Por qué un
método y una filosofía de principios del siglo pasado todavía son
vigentes hoy en día? Desde esta perspectiva, ¿cómo se percibe el futuro
cambiante y volátil? ¿Cómo interactúa con la tecnología y los entornos
digitales? Hablamos de ello con Ève Herrmann, diseñadora gráfica y
autora de varios libros y guías Montessori, en ocasión de su visita a
Barcelona. Compartimos con ella reflexiones sobre la educación actual,
la aportación de este método y la experiencia de escolarizar en casa a
sus dos hijas.
Herrmann se interesó por el método Montessori cuando nació su primera hija, al ver cómo era la educación francesa: «Una escuela que dirige, modela y castiga a los niños. No tenía ganas de seguir este camino y empecé a buscar, hasta que, al leer a María Montessori, constaté que se correspondía con lo que tenía dentro de mí y con lo que quería para mi hija. Y desde entonces he continuado buscando en esta dirección.»
María Montessori, que a principios del siglo pasado creó este método, empezó trabajando con criaturas con necesidades educativas especiales y riesgo de exclusión social. Enseguida entendió que también tenía sentido ofrecer aquella adaptación de espacios y materiales para atender mejor el desarrollo a todos los niños y niñas. Una de las principales características que fomentan el método es la observación exhaustiva de los niños y niñas y la aplicación del método científico y la investigación llevada a cabo por María Montessori.
El método Montessori se basa en ofrecer unos espacios cuidados, simples y agradables, donde cada elemento tiene sentido para el desarrollo de las criaturas. Dentro de estos espacios, se ofrece libertad de movimiento para que cada niño y niña decida de manera autónoma qué quiere hacer, cuánto tiempo le quiere dedicar, etc. Los materiales han sido diseñados específicamente, después de muchos años de investigación y observación, y están pensados para desarrollar distintas capacidades y habilidades, de forma que dan la responsabilidad del proceso de aprendizaje a la criatura. Herrmann cuenta que María Montessori quería que los niños tuvieran ganas de apropiarse de los materiales y que les generaran atracción; por eso cuidaba tanto estos detalles. Además, daba mucha importancia a los sentidos (como el tacto, la vista, etc.) y elegía cosas bonitas (de madera, etc.) buscando la pureza, la sobriedad o la claridad para marcar los sentidos y atraer a las criaturas.
Son materiales que permiten investigar y explorar de forma individual e independiente, posibilitan la repetición y promueven la concentración. Al mismo tiempo, fomentan el control del error, porqué es el propio material el que muestra a la criatura si lo ha usado correctamente o no, de manera que el error se introduce en el proceso de aprendizaje de forma positiva.
Herrmann cuenta la importancia del juego, con piezas de madera, por ejemplo, para preparar a los niños para un futuro cambiante: «El juego libre permitirá a los niños ser actores de la actividad, dejar que su imaginación trabaje… Y esto son capacidades y habilidades necesarias para su vida futura.»
Si bien defiende que la opción de homeschooling es una metodología apta para todos los padres y madres, y que podría ser un modelo masivo de educación infantil, tiene claro que es difícil, entre otras cosas porqué el Estado no está dispuesto a crear unas escuelas en las que los niños puedan ser creadores, líderes y espíritus libres. Y, en relación con las largas jornadas laborales de muchos padres y madres, añade: «Es problemático, efectivamente, porqué se ha creado una cosa que no es natural. Los niños se encierran en la escuela, todo el día metidos en una caja, porqué no podemos estar con ellos. Y creo que debemos invertir esta tendencia. Si miramos la historia o otras culturas, incluso hay sitios en los que los padres trabajan con los niños. Aquí, en cambio, ir al trabajo con los hijos es algo impensable. Yo trabajo con mis hijas y he pedido si podía llevarlas conmigo, pero no ha funcionado.»
Si bien el método Montessori se centra en el desarrollo de habilidades y capacidades de la criatura (entre ellas, la creatividad, la autonomía, la experimentación, etc.), todavía se da bastante la espalda a la tecnología. Como explica Herrmann, en la mayoría de escuelas Montessori no se usan dispositivos tecnológicos o pantallas en edades tempranas, y en edades más avanzadas se utilizan los ordenadores sobretodo para hacer búsquedas. Y añade: «En nuestra casa la tecnología la vemos como una herramienta, no podemos vivir fuera de nuestro tiempo, no podemos decir “esto no existe”. La usaremos de forma inteligente y para que tenga una utilidad, para fabricar algo, para hacer búsquedas, etc., pero no por diversión pura.»
En cuanto al futuro del trabajo, la aparición de los robots y cómo preparar a las personas para ser competentes en estos entornos, Herrmann lo tiene bastante claro: «La base es realmente ayudar a los niños a aprender por ellos mismos, a trabajar por ellos mismos y a empezar una cosa con placer, con alegría, con todo lo que les gusta; de este modo cuando sean mayores seguirán haciendo lo mismo. Todo evoluciona, y nosotros no sabemos cómo serán las cosas dentro de veinte o treinta años, pero ellos tendrán estas ganas de crear, de actuar, de buscar información… Así pues, los niños evolucionarán de acuerdo con su tiempo.»
La gran cantidad de información disponible inmediatamente, las redes sociales, etc. son nuevos elementos que no existían cuando se diseñó este método; aun así, Herrmann constata: «Creo que es una suerte, en cierto modo, porqué con un clic tenemos acceso a mucha información, cosa que hace que la escuela sea cada vez más inútil. Los niños pueden ser cada vez más actores de sus aprendizajes, pero debemos enseñarles a hacer una selección, a saber dónde buscar información y a no creerse todo lo que leen. Hay mucha gente que cree que todo lo escrito es cierto. Y debemos mostrarles que no es así.»
Pero la inclusión del corriente maker en la educación conecta de nuevo con la importancia de atraer la atención y la curiosidad de los niños, uniendo la tecnología con los materiales y los objetos físicos. Makey Makey, la tableta Tiggly, LittleBits o diferentes tipos de robots como el BeeBot son herramientas que, con la ayuda de la tecnología, permiten que los niños creen, imaginen, experimenten y descubran, a la vez que conectan con algunos de los elementos básicos del método Montessori. Esta constatación también tiene mucho sentido para las instituciones culturales y los museos, pues puede dar pistas sobre la forma de enfocar la interacción con los contenidos o de formular distintas experiencias de aprendizaje.
Se pueden extrapolar muchos de los principios del método Montessori al diseño de espacios y experiencias de aprendizaje actuales, pero también en entornos digitales. Algunos de los elementos que pueden servir de inspiración para el diseño de plataformas y espacios virtuales de aprendizaje son:
- La concepción estética y cuidada de los espacios, en contraposición a algunas plataformas complejas, sobrecargadas de funcionalidades y saturadas de información.
- El progreso personalizado y el aprendizaje basado en competencias.
- La avaluación formativa y los ciclos de retroalimentación.
- Los roles del docente como guía y acompañante del proceso personal de cada alumno.
- El objetivo de convertir a los alumnos en aprendices a lo largo de toda su vida, con pasión por aprender.