25.8.20

Montessori en Familia

Madre y su bebé leyendo un libro sentados en una alfombra
Cada vez son más las familias que se interesan por Montessori, que sienten que esta pedagogía conecta con su filosofía de crianza y educación. Existe una extensa bibliografía, no sólo de la Doctora, sino de muchísimos colaboradores y otros autores, así como webs y blogs especializados.
Sin embargo, a pesar de vivir en la era de la información, a veces nos sentimos un poco perdidos, leemos la teoría, pero a la hora de ponerla en práctica, no sabemos por dónde empezar.
Así que espero que este artículo sea de inspiración y ayuda para poder hacer realidad nuestros anhelos sobre ese cambio educativo que todos deseamos. ¡Lee con atención!
Cuando queremos aplicar la pedagogía Montessori hemos de recordar la famosa triada: el niño, el ambiente preparado y el adulto que acompaña, y los padres podemos hacer mucho en casa, aunque no podamos llevar a nuestros hijos a una escuela con esta pedagogía.
Tal y como contasteis en vuestro anterior artículo, estos tres pilares son el resultado de las investigaciones que realizó María Montessori sobre los trabajos de Jean Itard, Eduard Séguin y Pestalozzi, (los dos primeros médicos franceses y el tercero un famoso pedagogo suizo).
triangulo método montessori

 

El NIÑO

Podemos decir que el niño se encuentra en la cima de la pirámide, ya que, como en todas las pedagogías alternativas, se pone el foco en el niño y no en el maestro, digamos que es el protagonista de su propia educación.
Debemos estar dispuestos a cambiar nuestra mirada a la infancia, y darnos cuenta de que el niño nace con un gran deseo de aprender y de amar todo el mundo que le rodea.
A través de su mente absorbente, es capaz de ir adquiriendo todos los aprendizajes, guiado por su propio maestro interior.
Nosotros los padres sólo tenemos que acompañar de forma respetuosa, intentar no dirigir continuamente, si no dejar que el niño experimente en base a sus intereses y periodos sensibles.
Por otro lado, podemos empezar a trabajar la observación desde una mirada montessoriana, por ejemplo, buscando diez minutos al día, mientras nuestro pequeño está en su juego libre, y maravillándonos de todas sus capacidades. Una buena idea es hacernos con una libreta, que la utilizaremos para nuestro registro de observaciones, y que con el tiempo se irá convirtiendo en un material muy valioso que nos permitirá conocer mejor a nuestro hijo y descubrir sus maravillosas ventanas de oportunidad para adquirir determinados aprendizajes.
No es una tarea fácil, ya que estamos muy acostumbrados a etiquetar a nuestros niños, así como proyectar nuestras expectativas, pero con la práctica se puede ir aprendiendo. De hecho, es una de las cosas que más se trabajan cuando te formas como Guía Montessori, comenzando por tu propia observación, (ya que los adultos somos el primer ambiente y si no estamos bien, esto lo notan nuestros peques), después podemos observar plantas como por ejemplo un árbol, luego animales, bebés y por último niños más mayores.. ¡Todo un reto!
Otra cosa muy importante en la que debemos poner el foco es evitar ayudas innecesarias. A nadie le gusta sentirse dependiente, ¡a los niños tampoco! Y recordando la máxima de Enséñame a hacerlo sin tu ayuda, si queremos de verdad fomentar la autonomía de nuestros peques tenemos que dejarles que intenten hacer las cosas por sí mismos e incluso equivocarse. ¡Esa mirada de satisfacción asociada al sentimiento de logro y las refleja todas las sinapsis neuronales que ocurren en el interior de su cerebro y es maravilloso!
Aquí dejo este ilustrativo vídeo, ¿cuántos intentos aguantarías sin intervenir?

 

El Ambiente Preparado 

Respecto del ambiente, hemos de tomar conciencia de la importancia de preparar minuciosamente el espacio en el que se desenvuelven nuestros niños, ya que ellos son capaces de aprehender casi de forma inconsciente absorbiendo cada detalle del mundo que les rodea: lo que la doctora Montessori llamó «mente absorbente» hoy sabemos que es la plasticidad cerebral característica de la infancia.
En este sentido, una buena idea es diseñar rincones temáticos y seleccionar materiales educativos para ofrecerle en función de sus intereses en cada momento, poniendo énfasis en la experimentación sensorial tal y como recalcaba Séguin.
Un buen ejercicio que muchas veces propongo a las familias que vienen a mis cursos es que los padres recorran la casa gateando, de este modo también podrán revisar algunos puntos de seguridad como por ejemplo enchufes y puertas que pudieran causar algún accidente doméstico.
familia compuesta por mamá, papá y su bebé cateando hacia la cámara

 

Es necesario pararse a pensar cómo se va a ver desde una perspectiva del niño: ha de estar todo visible y a su alcance. Por eso Maria Montessori mandó hacer mobiliario tamaño infantil en sus Casas de Niños, el típico que hoy estamos acostumbrados a ver en las escuelas infantiles y que afortunadamente también podemos tener en nuestra casa a precios muy asequibles gracias al famoso fabricante sueco (Mesa Lätt de Ikea).

 

Hemos de ser conscientes de que todo lo que quede a una altura superior a la de su cabeza será difícilmente apreciable para él. Así que apostemos por el minimalismo y evitemos grandes armarios altos y cerrados a los que el niño difícilmente pueda acceder.
Otra gran idea es hacernos con una Torre de Aprendizaje Montessori, que permitirá a nuestros niños ver el mundo desde otra perspectiva y participar en actividades del área de vida práctica como por ejemplo ayudarnos en la cocina o llegar al lavabo para poner en práctica su propia higiene y cuidado personal (aunque después nosotros repasemos el cepillado de dientes, por ejemplo).

 

El Adulto que Acompaña

El tercer pilar de la triada es quizá el mayor reto: nuestro trabajo como adultos.  Tal y como decía Pestalozzi, es necesaria una preparación del maestro, y actuar además con un gran amor por el niño.
Silvia Dubovoy, entrenadora de la AMI (Association Montessori Internationale) y uno de los mayores referentes de este mundo en la actualidad, habla de la gran importancia que tienen los tres primeros años de vida en el desarrollo cerebral del niño, tal y como avala la neurociencia.
En mi experiencia personal, lo que más me impactó en mi propia formación como Guía Montessori, fue precisamente esto, mi propia transformación.

 

Cuando los adultos tomamos conciencia de que somos un ejemplo para nuestros niños 24 horas al día y 365 días al año, solo entonces, es cuando empezamos a cambiar para ofrecer nuestra mejor versión a las personitas que más queremos: nuestros niños.

De nada nos sirve decir que no se grita, si luego discutimos con nuestra pareja en casa y elevamos la voz; o que hay que ser educado, si después nos cruzamos con un vecino con el que no nos llevamos bien y no le damos los buenos días…
Tal y como decía Teresa de Calcuta: no te preocupes si tus hijos no te escuchan, te están observando todo el día.
El reto es ser capaces de desterrar algunos patrones adquiridos de nuestra sociedad «adultocentrista» que están tan normalizados, como por ejemplo hacer todo por los niños, aunque puedan hacerlo (sintiéndose de este modo dependientes), o negar sus emociones con el clásico “no llores que no pasa nada”, educar basándonos en premios y castigos… etc.
Si ante un “mal comportamiento” castigamos al niño diciéndole que vaya a su habitación o que se quede quieto mirando a la pared, dejará de hacer lo que estaba haciendo, pero, ¿entenderá por qué no era correcto?
La Disciplina Positiva es una filosofía muy acorde con Montessori que puede ayudarnos mucho. Está claro que los resultados no serán tan rápidos como el premio o el castigo, pero estaremos construyendo los valores de nuestros niños, trabajando en ese legado educativo que queremos dejarles, así como fomentando el que puedan desarrollar su juicio propio y pensamiento crítico, que les será de gran ayuda en aquellas situaciones que les presente la vida, ya que los padres no siempre estaremos para acompañarlos cuando vayan creciendo.

¿Te unes al reto? Te aseguro que los resultados hablan por sí solos.

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