-“Mamá, quiero esto porque todo el mundo lo tiene”
-“Pero cariño, es que eso no es bello. Es violento, es vulgar…”
-“Sí, sí, mamá es bello porque a mi me gusta. Me da igual que no te guste, se lo pediré a los Reyes y ellos me lo traerán.”
Y te quedas pensativa. Tu mente oscila
entre la violencia extrema de aquel videojuego y los atentados de Paris…
Piensas en las piernas verdosas y esqueléticas de aquellas Monsters
High… Y recuerdas el eslogan de Dove “Habla de belleza con tu hija antes
de que la industria de la belleza hable con ella”. Sabes lo
complicado que es vetar una decisión tomada por los Reyes Magos. ¿Y si
los Reyes fueran inconformistas este año?, te atreves a pensar. No sabes
que hacer o responder y piensas… “pues, si le gusta…”
¿Es sujeta a gusto la belleza? Hay un
tipo de belleza que lo es, sin duda. Los retoques de Victoria Beckham,
por ejemplo. Esa “belleza-moda” por un lado es sujeta a cambios (las
modas cambian), mientras por otro lado obliga (de ahí la canción “mamá,
es que todo el mundo lo tiene”). Podríamos decir que la belleza moda nos
obliga a conformarnos a ella.
En cambio, existe otro tipo de belleza
que no es sujeta ni a gustos, ni a cambios y que no obliga. Podríamos
llamarla “belleza metafísica”, o “belleza objetiva” y de ella hablaba
aquel… Estaba un conocido catedrático dando una conferencia sobre la
belleza, cuando una mujer de entre los asistentes le hizo la siguiente
observación: “En realidad, sobre gustos no hay nada escrito”. El
profesor respondió rápidamente: “Señora, sobre gustos hay mucho escrito,
lo que ocurre es que usted lee muy poco.” (cita extraída del libro El poder de la belleza)
La belleza es el conocimiento
sensible-intelectual del bien y de la verdad, decían los Griegos. “A lo
mejor no la sabemos apreciar, pero eso no es suficiente para que
lleguemos a la conclusión de que no existe objetivamente.
Por ejemplo, Pitágoras decía que se
encontraba en las matemáticas. Como él sabía mucho de matemáticas, la
veía en ello, la sabía apreciar. Si algunos de nosotros no la vemos en
las matemáticas, no es porque no exista, sino porque no llegamos a
verla, a apreciarla. Nuestra ignorancia sobre un tema en concreto hace
que nuestro gusto en relación con la belleza que conlleva no se ajuste a
la realidad.” (Educar en el asombro)
En un número reciente de la revista
científica Nature (526, 7572), David Deutsch, físico considerado padre
de la computación cuántica, habla de la objetividad de la belleza:
Las flores han evolucionado para
atraer los insectos, y los insectos han evolucionado para ser atraídos
por las flores. Pero esa explicación nos deja con un abismo masivo: sólo
explica el motivo por el que los insectos sienten atracción hacía las
flores. ¿Cómo puede ser posible que algo que ha evolucionado para atraer
a los insectos pueda ser atractivo también para los seres humanos?
Concluyo que debe existir la belleza objetiva -aspectos de la belleza
que existen fuera de los parámetros culturales y de la selección
sexual-. Estas verdades estéticas son tan objetivas como las leyes de la
física o de las matemáticas.
Es un buen momento del año para ayudar
a nuestros hijos a reflexionar sobre la belleza que hay o que no hay en
los juguetes que consideran pedir a los Reyes. Quizás el primer paso es
ayudarles a no ser víctimas de las modas y del marketing navideño y a
aprender a mirar para apreciar la belleza que no es sujeta a modas. ¿Y
eso, cómo se consigue? ¿Cómo responder a la pregunta: “¿Mamá, es que
todo el mundo lo tiene”? Aquí tienes seis ideas para contrarrestar ese argumento.