24.8.20

La pornografía: Perder la ignorancia para que no pierdan la inocencia

Jamie tiene ahora 13 años. Nunca ha besado una niña, pero está listado en el registro de delinquentes sexuales. ¿Y eso?
Jamie tenía 10 años, era un niño normal y corriente. Una noche le invitarón a dormir a casa de un compañero de clase. ¿Quieres que te enseñe algo divertido? le preguntó su amigo. Y empezó a acribillar a Jamie con imágenes de pornografía desde el PC de su habitación. Jamie se sentía incómodo, pero a la vez atraído por todas esas imágenes y su curiosidad le pedía cada vez más.
 
De vuelta a casa, Jamie se conectó con el PC de su habitación en busca de más, y más imágenes. Durante 3 años, mientras sus padres pensaban que Jamie hacía sus deberes, él seguía con lo que pronto se convirtió en una adicción que le destrozó la vida. No le bastaba lo “convencional”, y buscaba a lo largo de la noche, cosas cada vez más tremendas. Con niños, violencia extrema, y animales.
 
Un día, tocan la puerta de la casa de Jamie unos agentes de policía. “Buscamos a un internauta que ha cometido delitos sexuales en la red”. Imaginaros la sorpresa de los padres cuando los agentes entran en la habitación del niño y se llevan, no solo al PC, sino también al hijo.

A pesar de haber pasado por una terapía profunda, Jamie reconoce que nunca podrá tener una relación “normal” con una mujer. Cuando ve a una mujer, le acribillan imágenes obscenas y violentas. Imágenes que, según él, nunca podrán borrarse de su mente, muy a pesar de su aversión por ellas.
 
Hoy en día, hablar de la historia de Jamie “no se lleva”, porque es demasiado incómodo. Probarlo en una cena un sábado a la noche, o en un parking de colegio y veréis como se relativiza este tema. “Hay que hablar en positivo”, “no hay que predicar con miedo”, “no hay que ser tan exagerado”, “eso pasa en los EE.UU., pero aquí no”, “hay que confiar en nuestros hijos”, etc. 
 
Hablemos claro. Compramos a nuestros hijos el último arsenal de aparatos tecnológicos con conexión a Internet para que estén “conectados” con un mundo que llamamos “real”, mientras nosotros vivimos en un mundo de fantasía, ignorando la realidad de ese mundo virtual. “Hay que enseñarles a usar las herramientas digitales de forma responsable, no pueden vivir en una burbuja”, ese es el argumento el más utilizado por los padres y los educadores que fomentan las horas de “burbuja en la pantalla”. ¿Y eso se hace poniendo un ordenador en la habitación de un niño de 10 años? ¿O comprando un móvil con conexión a Internet a un niño de 8 años? ¿O dejando que los niños usen sus móviles en el patio del colegio, enseñando lo que descargan a sus compañeros? El uso de las nuevas tecnologías se aprende en 10 minutos, que es lo que tardamos tú y yo cuando nos compraron nuestro primer PC para hacer nuestros deberes en la universidad. Eso es lo que tardó mi suegra con 70 años en entender como funciona su primer móvil Nokia. 

Así hablaba la directiva de un colegio que usa tabletas: “la digitalización del aula, es un choque de trenes. Por un lado queremos que los niños estén todo el día aprendiendo a través de la pantalla, y por otro lado no queremos las consecuencias negativas que eso puede conllevar”. Cuando un colegio obliga a todos los padres a tener un ordenador en casa a disposición de niños menores, y los padres tienen un horario que no coincide con el de los niños (lo que ocurre en la mayoría de los hogares), ¿qué ocurre en esa franja horaria? Recordemos que hablamos de niños menores, que todavía no tienen la madurez para poder saber navegar con templanza, prudencia y sentido. Seamos realistas e inteligentes. Para que nuestros hijos no pierdan la inocencia, quizás primero hemos de perder nosotros la ignorancia. Y eso ocurre hablando y escuchando hablar de lo que ocurre, hoy en día, en la red. A continuación, algunas estadísticas:
Promedio de la edad de la primera exposición a contenidos pornográficos en Internet: 11 años.
Sitios web de pornografía: 4.2 millones sitios web con 372 millones de páginas (12% del total)
 
Promedio diario de correos electrónicos de pornografía: 2,5 miles de millones (8% del total)
 
Busquedas diarias de pornografía: 68 millones (25% del total de peticiones en motores de búsqueda)

Segmento de consumidores más grande de pornografía de Internet: Entre 12 y 17 años
Porcentaje del grupo de 15-17 años que tuvo múltiples exposiciones a contenidos explícitos: 80%  El tercio del público que consume pornografía en la red es feminino.  34% de los usuarios de Internet reciben anuncios no solicitados con contenidos pornográficos
Hemos de ser hijos de nuestros tiempos, pero no esclavos de nuestros tiempos.