27.8.20

Los antecedentes pedagógicos del Método Montessori

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En el post de la semana pasada, escribíamos que para conocer los fundamentos pedagógicos de Maria Montessori había que remontarse al año 1898, cuando tuvo la oportunidad de trabajar con niños con necesidades especiales.
Montessori había leído previamente al médico francés Eduard Séguin (1812- 1880), quien se interesó por encontrar la raíz de las deficiencias mentales. Desarrolló un material específico al creer que cualquier cosa que arriba al cerebro pasa irremediablemente antes por el filtro de los sentidos, y con una intervención, estos «captadores de realidad» pueden ser ajustados y amplificados para que la información llegue menos alterada.
Séguin creía que la deficiencia mental era un problema en la captación de la información de los sentidos por la mente. Demostró que el uso de estos materiales era una parte, si bien se hacía necesaria la intervención de un especialista, para ayudar al niño a alcanzar un desarrollo más pleno.
Asimismo, Montessori se interesa por el trabajo de otro doctor francés, Jean Itard, (1774- 1838), quien fue el padre de la nueva pedagogía y estableció la importancia de la observación en los niños. Este investigador, propone la idea revolucionaria de que a un pequeño no se le  puede imponer nada. De la misma manera que su compatriota, creó ejercicios y materiales para ayudar al niño a desarrollar sus facultades.
Nuestra autora recibió igualmente influencia del pedagogo suizo Pestalozzi (1746- 1827), que hacía énfasis en la preparación del maestro, quien primero tiene que lograr un cambio personal y debe tener amor a su trabajo. También tiene que existir amor entre el niño y el maestro. En la actualidad, podemos encontrar escuelas Pestalozzi por los cinco continentes, siendo un método igualmente valorado.
Todo unido, llevó a Montessori a creer que el juego es la principal actividad a través de la cual el niño entiende su vida durante los primeros años de edad, afirmación atribuida igualmente a Jean Piaget. Por medio del juego, el infante observa e investiga todo lo relacionado con su entorno de una manera libre y espontánea. Los pequeños van fijando sus conocimientos y experiencias previas con otras nuevas, realizando procesos de aprendizaje individuales e internos, que son básicos para su maduración e independientes del medio ambiente en el que se desarrollen.
María Montessori en la escuela

 

Desarrollo de su Teoría a lo largo del tiempo

Montessori tenía en el hospital en donde educaba a los niños con necesidades especiales, a dos ayudantes sin ninguna formación en el campo educativo. Por ello, afrontaban su labor diaria sin concepciones previas ni apriorismos. Lo hizo deliberadamente, porque sus ideas eran realmente novedosas y chocaban con lo establecido.
Puede observarse cómo estos dos años (1898-1900) fueron muy importantes en la concepción del niño por parte de la doctora y están en los albores de su pedagogía. Al conseguir que los niños realizaran el examen estatal y obtuviesen resultados similares a los de los niños sin dificultades de aprendizaje, Maria Montessori llegó a la conclusión de que las capacidades de un niño medio están infradesarrolladas.
Algo más tarde, a partir del 6 de enero de 1907, pudo poner en práctica la creencia anterior. Ese día se inauguró la primera Casa de Niños (Casa dei Bambini) en San Lorenzo, en Roma. Ya hemos hablado anteriormente de ella: allí, los educandos rechazaban los premios y los castigos y obtenían la satisfacción de realizar solos su trabajo. Al enterarse de que niños de cuatro y cinco años de edad aprendían a leer y escribir como un proceso natural, la comunidad docente fijó los ojos en esta primera escuela montessoriana.
De esta forma, San Lorenzo dejó de ser un centro de control de niños de un barrio marginal, y se convirtió en un lugar de investigación donde se ayudaba al niño a desarrollarse con dignidad, libertad e independencia. Tenían la libertad para explorar sus capacidades y la responsabilidad de poder usar este albedrío sin las innecesarias limitaciones típicas de un docente.
Avanzado el tiempo, en 1909, considera crear el primer curso de guías Montessori. A este primer curso asistieron personas de todos los ámbitos, no solamente maestros. Al terminar el curso, a propuesta de los Barones Franchetti, escribe su primer libro ‘El método de la pedagogía científica’, donde establece el nicho teórico-práctico del desarrollo de los materiales y el fundamento de su método.
En 1912, el inventor e industrial Alexander Graham Bell y su hija invitan a Montessori a los Estados Unidos para abrir la primera casa de los niños en ese país. Las escuelas en EE.UU. se multiplican y se conforma la American Montessori Association que encabezaron Bell y Margaret Wilson, hija del presidente Woodrow Wilson. El método Montessori en suelo estadounidense continuó extendiéndose hasta que William Heard Kilpatrick escribe en 1914 su libro ‘The Montessori System Examined’ en el que criticó duramente el método. Kilpatrick era un reconocido profesor de la Universidad de Columbia y sus palabras, quizás muy tendenciosas y dirigidas por la conservadora clase dirigente, tuvieron un profundo eco en el parecer del gremio.
Tres años después, Montessori asiste a la Conferencia Internacional en Roma, e impresiona a muchos participantes por una cuestión práctica de la que ya hemos hablado: la edad tan temprana a la que aprenden los alumnos de la Casa de los Niños a leer y escribir.
En  1926 se funda la Real Escuela del Método Montessori con el patrocinio de Benito Mussolini. Las escuelas sufren una multiplicación exponencial en el país transalpino. Dada la fama que toma en Europa el método, comienzan a aparecer también en países como Alemania. Más tarde, Montessori renuncia al respaldo del régimen de Mussolini, quien, como ya se dijo, quería adoctrinar a los niños para sus fines bélicos, lo cual es incompatible con la libertad fundamental de la filosofía que nos ocupa. El dictador manda cerrar todas las escuelas;  mientras Hitler hace lo propio en Alemania. En 1933, abandona Italia, con un duro golpe en su autoestima, y viaja Barcelona, donde algunas personas influyentes la reciben con los brazos abiertos.  
La Asociación Montessori Internacional (AMI) es establecida en 1929. Esta asociación, hoy muy difundida globalmente, tenía y tiene el mandato de preservar el legado de la doctora. Su sede está en Países Bajos. A  la muerte de Maria, continuó siendo dirigida por su hijo Mario, a quien más tarde le sucedió su nieta Renilde Montessori. Desde 2007 el presidente es el belga André Robertfroid quien fue director de UNICEF.
Curiosamente, en 1935, en Barcelona, desarrolla métodos para catequesis, pues fue siempre una persona con grandes ideales religiosos. Al iniciarse la guerra civil española, huye de Barcelona y se instala en Holanda, donde vuelve a empezar su labor. Es en este país donde publica su libro ‘El niño, el secreto de la infancia’.
En 1939, la Sociedad Teosófica de la India la invita a viajar a ese país, y va acompañada de su hijo Mario. Al poco, estalla la segunda guerra mundial y debe permanecer en el país asiático, donde los colonizadores ingleses le permiten seguir trabajando, pero la retienen dentro de sus fronteras.
Mandan además a su hijo a un campo de trabajo. Mientras, ella se dedica a redoblar su labor con los niños de primaria. Expresó entonces que el adulto sólo puede ofrecer al niño los medios necesarios y enseñarle a usarlos y que éste debe desarrollarse por sí mismo. El desarrollo es personal y no se le beneficia, más bien al contrario, si se le ayuda continuamente.
En esta época nace su interés por los niños de primera infancia (0 a 3 años). Establece, consecuentemente, que la educación debe iniciarse desde el nacimiento. Desarrolla las Comunidades Infantiles como propuesta para sustituir las guarderías.
Una vez finaliza la guerra regresa a Holanda, su hogar después de Italia y España, y reanuda la propagación de sus ideas. Se abren más escuelas Montessori, y se inicia el movimiento a nivel mundial. Comienzan en esta época a llegar los reconocimientos internaciones. Recibe la Legión de Honor de Francia por su destacada labor en el campo de la educación, así como la condecoración Honoris Causa de la Universidad de Ámsterdam y es propuesta tres veces para el Nobel de la Paz.
Al año siguiente, en 1940, realiza trabajos de forma conjunta con el famoso poeta, filósofo y premio Nobel de literatura Rabindranath Tagore.

Principios Básicos del Método 

Maria Montessori entendía que el primer período del desarrollo humano es el más importante. Es la etapa de la vida en la cual hay más necesidad de ayuda. Esta ayuda se presta no porque se considere al menor como un ser infradotado o inútil, sino porque al encarnar un ser tan sensible y estar cristalizando su personalidad, es fundamental que alguien igualmente sensible, lo guíe amorosamente en su camino de exploración.
Los conceptos fundamentales para el Método Montessori son los siguientes:
  • La mente absorbente de los niños: la mente del niño posee una capacidad maravillosa y única. Es un mecanismo increíble que tiene la capacidad de absorber conocimientos. La forma de aprehenderlos es inconscientemente, filtrándose poco a poco desde allí a la consciencia. 
  • Los períodos sensibles: Maria Montessori estableció periodos prioritarios dentro de los cuales los niños pueden adquirir una determinada habilidad con mayor facilidad. Es decir, son momentos en su desarrollo en los que muestran mayor sensibilidad para relacionarse con apartados del mundo. Estos momentos son pasajeros y se limitan a la adquisición de un determinado conocimiento. Las investigaciones de Montessori llevaron distribuirlos así:
      • el período sensible del lenguaje, que sitúa aproximadamente entre los 2 meses y los 6 años,
      • el período sensible de la coordinación de movimientos (aproximadamente desde los 18 meses hasta los 4 años),
      • el período sensible del orden (aproximadamente desde el nacimiento hasta los 6 años),
      • el período sensible del aguzamiento de los sentidos (aproximadamente desde los 18 meses hasta los 5 años),
      • el período sensible del comportamiento social (aproximadamente desde los 2 años y medio hasta los 6 años),
      • el período sensible de los pequeños objetos (un período muy corto en el transcurso del segundo año).
  • La autonomía de los niños: este principio podría ilustrarse con la máxima de Maria Montessori: «Ayúdame a hacerlo solo». El material debe dejarse a la altura del niño para que pueda agarrarlo sin esfuerzo y guardarlo sin ayuda. El adulto únicamente interviene cuando el niño se lo pide. De este modo, se favorece la autonomía desde los primeros años. 
  • El ambiente preparado: nos habla de un lugar que se ha organizado cuidadosamente para el niño, pensado e implementado para fomentar un mejor aprendizaje y crecimiento. En él se desarrollan los aspectos sociales, emocionales e intelectuales y responden a las necesidades de orden y seguridad. Aunque de igual forma, el diseño de estos ambientes se basa en los principios de belleza y orden. Son espacios luminosos y cálidos, que incluyen lenguaje, plantas, arte, música y libros; además del material didáctico específico de vida práctica, vida sensorial, lenguaje y matemáticas, que constituyen los elementos esenciales del ambiente preparado.
  • El papel del adulto: el adulto en la Pedagogía Montessori toma el rol de guía; su misión es presentarle un ambiente positivo y cómodo. Igualmente, debe ser un observador, y aprender continuamente de las interacciones entre el niño y el ambiente. El verdadero educador está al servicio del niño y nunca debe dejar de practicar el amor, la humildad (pues es el niño el protagonista) y la responsabilidad.
  • La autoeducación: es la consecuencia de haber creado un ambiente libre, unos materiales auto corregibles mediante los cuales los propios infantes puedan identificar sus errores y aprender de ellos.
  • La ayuda de los padres: Montessori era de la opinión de que cuando el niño tiene una duda debe consultarla primero a sus padres, luego a un compañero de mayor edad, luego acudir a un libro y si no consiguiera resolver su cuestionamiento, entonces acudiera al adulto. De esta manera el niño gana independencia, puesto que en determinadas ocasiones conseguirá solventar un obstáculo sin acudir a un adulto distinto a sus padres.
‘El niño, guiado por un maestro interior trabaja infatigablemente con alegría para construir al hombre. Nosotros educadores, solo podemos ayudar… Así daremos testimonio del nacimiento del hombre nuevo’.