Después de haber pagado por el chocolate y de habérselo comido, viene la… ¡sorpresa!
Esta mañana unas cuantas empresas de 
telecomunicación tendrán que dar unas cuantas explicaciones a unos 
cuantos colegios. Y unos cuantos colegios tendrán que dar unas cuantas 
explicaciones a unos cuantos padres.
Acaba de salir un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Students, Computers and Learning,
 que relaciona los resultados en todos los países de la OCDE con el uso 
de ordenadores en casa y en el colegio. Las conclusiones, sorprendentes 
para unos (y no tanto para otros), se resumen de la siguiente manera:
· Los países que han invertido mucho en nuevas tecnologías en la 
educación no muestran mejoras apreciables en lectura, matemáticas o 
ciencias. En cambio, los que no han hecho esa inversión, han mejorado 
rápidamente sus resultados en todos los parámetros. (p.151)
· En general: un uso limitado del
 ordenador en el colegio puede ser mejor que no usarlo nunca. Sin 
embargo, un uso del ordenador en el colegio por encima de la media de la
 OCDE (España está por encima de la media) da resultados 
significativamente peores. (p.148) 
· Los alumnos que no usaron el 
ordenador en sus lecciones de matemáticas obtuvieron mejores resultados 
en las pruebas en matemáticas (tanto en formato digital como en papel). 
(p.154)
· En los países en los que era más corriente el uso de Internet en el colegio para los deberes, el rendimiento en lectura bajó.
· Las competencias esenciales para la navegación online pueden ser aprendidas con herramientas pedagógicas convencionales, analógicas.
· En general, la tecnología no ayuda a cerrar la brecha que existe entre los alumnos favorecidos y desfavorecidos.
· La mejor forma de preparar al alumno para el mundo digital no 
consiste en facilitarle el acceso a servicios y dispositivos de alta 
tecnología, sino en potenciar la lectura y las matemáticas.
¿Cuál es la interpretación de esos resultados? Encontrarás varias claves de lectura de los resultados de ese estudio en Educar en la realidad (Plataforma, 2015). De hecho, en El País esta mañana viene
 la noticia con la siguiente observación: “Las conclusiones de los 
trabajos de su autora son similares a las que apuntan ahora la OCED”. En
 La Vanguardia también:
 “La conclusión del estudio de la OCDE, que se publica hoy, coincide con
 la tesis de la investigadora canadiense residente en Barcelona 
Catherine L’Ecuyer, quien en su libro Educar en la realidad 
(Plataforma Editorial) se inclinó por un acceso limitado de los niños a 
los dispositivos tecnológicos en los colegios. Esa obra se basa en 
estudios de todo el mundo para defender un acceso limitado a los 
ordenadores en las aulas como forma de evitar que os niños sufran un 
déficit de realidad. Sin un conocimiento adecuado de esta, los alumnos 
carecen de criterios congruentes tanto en su vida cotidiana como en el 
aspecto digital. La mejor preparación pasa, según esto, por la realidad 
offline.”
Esta mañana, El Mundo publicó una de esas claves de lectura:
Esta mañana, El Mundo publicó una de esas claves de lectura:
“La crisis educativa es de atención”
Por Catherine L’Ecuyer
Leo hace sus deberes con Ipad. Aprende 
con una aplicación que “le divierte”. Mientras, echa un vistazo al 
móvil. “K tal tío”, “eh, kdamos?” Su hermano está con la videoconsola y 
Leo está pendiente del número de “vidas” que le quedan. Se oye un timbre
 y Leo desvía la vista para consultar la cuenta de “me gusta” sintiendo 
felicidad al ver que la cifra se dispara. Está a punto de empezar su 
programa favorito. Vuelve a sus deberes. “Sibilino/sivilino”, le 
pregunta la aplicación. Corta la palabra con el cursor y la pega en 
Google. No sabe lo que quiere decir esa palabra, pero al ver que aparece
 con “b” en las primeras entradas, escoge esa opción. “¡Guaaaau! No 
podrías haber hecho mejor esta actividad. ¡Buen trabajo!”, le informa la
 respuesta automática generada por la aplicación informática.
¿Podemos procesar varias informaciones a
 la vez? Los estudios confirman de forma unánime que la multitarea es un
 mito. Los nativos digitales no son una excepción. Los estudios nos 
dicen que cuando recibimos varias informaciones, no atendemos a todas 
ellas a la vez, sino que dividimos nuestra atención entre ellas, de 
forma secuencial. Entonces, ¿qué le pasa a Leo? Como dice el premio 
Nobel Herbert Simon: “¿La información consume la atención de su 
destinatario. En consecuencia, una riqueza de información crea pobreza 
de la atención.” Efectivamente, los estudios asocian la multitarea con: 
superficialidad en el pensamiento, colapso de la memoria de trabajo, 
inatención, dificultad para identificar lo relevante. Un experto en 
multitarea, Clifford Nass, dice que los multitaskers tecnológicos
 son “enamorados de la irrelevancia”. Meg Wolitzer habla de “la 
generación que tiene información, pero carece de contexto. Tiene 
mantequilla pero no tiene pan. Tiene ganas, pero no sabe anhelar”. ¿Cómo
 hemos llegado a esa dispersión?
¿Motiva la pantalla? En realidad, quien
 lleva las riendas ante la pantalla no es la mente aún inmadura del 
alumno, sino la aplicación que llama la atención superficialmente con un
 entorno digital lleno de recompensas frecuentes e intermitentes. Ese 
bombardeo sustituye su interés por aprender, convirtiendo al niño en un 
ente pasivo y haciéndole depender de esos estímulos para “motivarse”. 
Desde luego, todo lo contrario a lo que se precisa para mantener el 
interés por aprender y desarrollar la capacidad de esfuerzo. 
“¿Esfuerzo?” Sí, sí, Leo, no te engañes, el aprendizaje cuesta y es 
lento. “Pero a mí me han dicho que se podía aprender jugando”, responde 
Leo. Jugando sí, y también esforzándote que ya tienes 12 años, hombre. Y
 sobre todo no confundas juego activo con diversión pasiva delante de la
 pantalla, que NO es lo mismo.
No es casualidad que un estudio 
reciente asocie cada hora extra invertida en las pantallas con 9 puntos 
menos en los logros académicos. Hoy un informe de la OCDE confirma que 
“los estudiantes que utilizan ordenadores muy a menudo en la escuela 
tienen resultados muchos peores”.
 Los estudios indican que la atención es una función ejecutiva clave 
para el rendimiento escolar. Es lógico entonces concluir que la crisis 
educativa es, en gran medida, una crisis de atención que se ha acentuado
 por el uso creciente de las nuevas tecnologías en edades en las que el 
alumno aún no tiene la madurez para poder usar bien esas herramientas 
sin que se dispare descontroladamente su atención. Habrá que encontrar 
la forma de explicar a Leo el motivo por el que Newton atribuía sus 
descubrimientos “a la atención paciente, más que a cualquier otro 
talento”.
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