“Antonio
Gaudí (…) de pequeño contó con una salud muy débil y sus continuos
ataques de reumatismo lo apartaron de los juegos de niños y retrasaron
su ingreso en la escuela elemental. Su madre pasaba muchas horas con él y
lo distraía con paseos por el campo y observando la naturaleza.
Recordando su infancia, Gaudí, ya de mayor, escribió: Con
las macetas de flores rodeado de viñas y olivos, animado por el cloqueo
del averío, el piar de los pájaros y el zumbido de los insectos, y con
las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y placenteras
imágenes de la Naturaleza, esa Naturaleza que siempre es mi Maestra.”
Escalera en forma de caracol en la Sagrada Familia |
La forma de los caracoles que inspiraron a Gaudí |
La naturaleza fue la primera ventana de asombro de Gaudí y fue inspiración para esa obra maestra,
la Sagrada Familia. Gaudí supo cómo llevar la Belleza de lo Divino a
las calles y elevar los espíritus de miles de personas hacia el cielo a
través de la maravilla de la Belleza de la naturaleza. Gaudí no entró en
un parvulario con 4 meses, no tenía juguetes que hablaban, ni iba a
Kumon dos veces a la semana, ni veía Baby Einstein. Tuvo una infancia
contemplativa en compañía de su madre y de su mejor amigo, el silencio, y
fue instruido por su maestra, la naturaleza.
Quizás
esa situación no está al alcance de todos nosotros. ¿Quién vive hoy en
día entre viñas y olivos? ¿Quién dispone de tiempo para estarse sentado
todo el día para observar árboles y escuchar el piar de los pájaros? Lo
que sí está al alcance de cada uno de nosotros es la toma de conciencia
de lo que es realmente esencial, excelente y Bello para nuestros hijos.
De lo que les puede inspirar y nutrir el espíritu, de lo que puede
desarrollar su paladar para la apreciación de lo fino, de lo Bello. A
veces, la Belleza se encuentra en el lugar menos esperado. Y si
recuperamos la sensibilidad y el asombro que tenemos de forma innata y
que hemos ido perdiendo por las circunstancias de una vida frenética y
consumista, sabremos reconocer la Belleza que nos rodea. Sin el asombro,
la Belleza no se ve ni se conoce. Sin la Belleza, el asombro trabaja a
ciegas.