24.8.20

La naturaleza, primera ventana de asombro

¿Qué provoca el asombro? La Belleza es una de las características del ser que provoca asombro. “Sólo el asombro conoce”, dicen los filósofos. Después de un paseo silencioso en el bosque sagrado de la Sagrada Familia de Barcelona, podemos preguntarnos por lo que despertó el genio de Gaudí, para inspirarle esa obra indescriptible. Sabemos que Gaudí encontró inspiración en la Belleza de lo Divino, era un hombre profundamente religioso. ¿Pero a través de qué experiencia vital puede un hombre desarrollar tal genio para emprender y desarrollar una obra tan magnífica? En el Museo de Gaudi, nos encontramos con la siguiente respuesta:
 
“Antonio Gaudí (…) de pequeño contó con una salud muy débil y sus continuos ataques de reumatismo lo apartaron de los juegos de niños y retrasaron su ingreso en la escuela elemental. Su madre pasaba muchas horas con él y lo distraía con paseos por el campo y observando la naturaleza. 
 
Recordando su infancia, Gaudí, ya de mayor, escribió: Con las macetas de flores rodeado de viñas y olivos, animado por el cloqueo del averío, el piar de los pájaros y el zumbido de los insectos, y con las montañas de Prades al fondo, capté las más puras y placenteras imágenes de la Naturaleza, esa Naturaleza que siempre es mi Maestra.”
 
Escalera en forma de caracol
en la Sagrada Familia
La forma de los caracoles
que inspiraron a Gaudí
La naturaleza fue la primera ventana de asombro de Gaudí y fue inspiración para esa obra maestra, la Sagrada Familia. Gaudí supo cómo llevar la Belleza de lo Divino a las calles y elevar los espíritus de miles de personas hacia el cielo a través de la maravilla de la Belleza de la naturaleza. Gaudí no entró en un parvulario con 4 meses, no tenía juguetes que hablaban, ni iba a Kumon dos veces a la semana, ni veía Baby Einstein. Tuvo una infancia contemplativa en compañía de su madre y de su mejor amigo, el silencio, y fue instruido por su maestra, la naturaleza.
 
Quizás esa situación no está al alcance de todos nosotros. ¿Quién vive hoy en día entre viñas y olivos? ¿Quién dispone de tiempo para estarse sentado todo el día para observar árboles y escuchar el piar de los pájaros? Lo que sí está al alcance de cada uno de nosotros es la toma de conciencia de lo que es realmente esencial, excelente y Bello para nuestros hijos. De lo que les puede inspirar y nutrir el espíritu, de lo que puede desarrollar su paladar para la apreciación de lo fino, de lo Bello. A veces, la Belleza se encuentra en el lugar menos esperado. Y si recuperamos la sensibilidad y el asombro que tenemos de forma innata y que hemos ido perdiendo por las circunstancias de una vida frenética y consumista, sabremos reconocer la Belleza que nos rodea. Sin el asombro, la Belleza no se ve ni se conoce. Sin la Belleza, el asombro trabaja a ciegas.