Dice
Alex Rovira que “la duda es la maleta más valiosa del equipaje de los
genios y la que falta en los fanáticos.” El Profesor Álvarez de Mon
habla de la importancia de la duda: “Paradójicamente, el que sabe,
pregunta; el que conoce, escucha. El que aprende, duda, se va topando
con crucigramas cada vez más enrevesados y subyugantes. Tener siempre
razón, ganar una discusión, impresionar al otro, anular al compañero,
pavonearse en público, son objetivos pobres y limitados de gente
mediocre e insegura. La meta es aprender, estirarse, crecer, y para eso
la duda es una tabla de gimnasia imprescindible.”
La
duda es la postura del sabio y del asombrado, mientras el fanatismo es
la del necio y del cínico. Por eso, dice el proverbio chino:
24.8.20
La duda como maleta valiosa
La
persona asombrada duda. Su duda no es la del escéptico que niega la
existencia de la realidad, ni la del que sospecha de todo lo bueno y lo
bello, ni la del que ve la duda sistemática como un método y un fin en
si. Es una duda compatible con las convicciones. La persona asombrada se
caracteriza por una rectitud de intención y una actitud de humildad
ante la realidad. La duda es el punto de partida, en su recorrido hacía
la verdad, sea cual sea el coste del viaje. Escucha sin prejuicios ni
filtros, con empatía. Pondera las cosas en su cabeza y en su corazón.
Rectifica cuando es necesario. Tiene una mentalidad científica, no tema
ni la ciencia ni la razón en su camino hacía la verdad. Disfruta
contrastando sus puntos de vista. No “enreda”, sino que acoge el diálogo
de forma natural y busca la mejora en todo.