NO te tires ahí que te manchas, No me contestes así, No te pases el día viendo la tele, No corras, No toques eso, No grites, No pegues a tu hermano, No pellizques al gato...
El "NO" es una palabra tan contundente, tan corta, tan fácil y tan inmediata que se ha convertido en la aspirina educativa que usamos para todo. Sin embargo, creo que todos sabemos del peligro de usar aspirinas para todo.
Las prohibiciones, junto con las órdenes se han convertido en herramientas estrella para gestionar límites con los niños. Hasta tal punto que muchos adultos piensas que si no utilizan esas dos herramientas, estarán PERMITIENDO hacer a sus hijos hacer lo que les dé la gana y eso tendrá unas consecuencias catastróficas a largo plazo. Ayer, sin ir más lejos, alguien me comentaba: "veremos a ver cómo salen los niños con estas formas modernas de educar en la que ya no se les puede decir que no a nada, dejemos hacer a los niños lo que quieran que así nos irá..."
Pues sí, muchos adultos siguen pensando de que la única manera de que el niño adquiera disciplina, modales y habilidades sociales es metérselo con calzador por la fuerza: a través de la represión, del miedo. La realidad es que los límites se pueden fijar de una forma positiva y respetuosa con la situación y con las necesidades de nuestros hijos.
¿QUÉ BENEFICIOS TIENE PONER LÍMITES DE MANERA POSITIVA RESPETANDO LA SITUACIÓN Y LAS NECESIDADES DE LOS NIÑOS?
1-El niño se motiva porque puede comprender mejor cómo funciona su entorno
2- Se siente valioso porque se le tiene en cuenta
3- El niño construye un pensamiento crítico y razonador
4- Nos convertimos en fíguras inspiradoras para los niños con las que pueden sentirse conectados y comprendidos.
5. El niño puede satisfacer sus necesidades de forma inteligente y respetuosa, permitiéndole un desarrollo sano e integrado.
6. Al poder seguir su plan natural: se concentra más, aprende mejor, adquiere valores de forma espontánea.
7. Se contruye una autoestima sana
8. El niño toma como forma de relacionarse con el mundo el respeto
9. Integran de forma natural en su persona habilidades sociales que podrán usar el resto de su vida.
10. Pueden construir una mente lógica y matemática, porque todas los
aspectos físicos y emocionales que hay a su alrededor resultan
coherentes.
Educar en el respeto requiere de un gran trabajo personal, requiere desaprender expresiones que tenemos integradas, requiere presencia, requiere inteligencia emocional, requiere constancia, requiere consciencia, requiere creatividad. Por tanto, educar en el respeto no es educar en la permisividad, ni en la dejadez.
Los límites en positivo: Han de estar presentes siempre que se esté poniendo en peligro el respeto hacia una situación, hacia otras personas, hacia el entorno, hacia uno mismo, o bien, siempre que afecte a la seguridad del propio niño o de su entorno.
Aquí van algunos ejemplos concretos
Muchas personas usan castigos, prohibiciones, que tienen que ir en tono autoritario porque si no, no funcionan, cada vez tienes que gritar más, castigar más, amenazar más... Obviamente que una prohición en tono de enfado del tipo: ¡No corras! funciona en el momento. A corto plazo conseguimos corregir la conducta. Por eso las usamos, sin embargo, que un niño obedezca no quiere decir que un niño sea capaz de razonar, capaz de empatizar, capaz de entender, capaz de despertar valores sociales en su interior.
Para entender esto con un ejemplo concreto quiero que pienses qué ocurría cuando siendo niño o niña tu profesor salía un momento del aula. ¿Lo recuerdas? Todos hablando, alborotando, tirándonos papeles... ¿Por qué? Porque habíamos aprendido a obedecer por el miedo, por la fuerza. Sin embargo, cuando la figura que nos daba miedo desaparecía ya no sabíamos comportarnos porque no habíamos aprendido a razonar, no habíamos integrado de forma espontánea valores de convivencia social...
Esa es la diferencia entre una educación basada en el respeto mutuo y una educación autoritaria basada en el miedo con órdenes y prohibiciones.
A pesar de todos estos ejemplos, muchas personas siguen sin creer que sea posible educar respetando al niño como ser humano. Es como si para educar hubiese que relegarle a un plan inferior, denigrarle, anular sus necesidades...
Cuando un niño corre, probablemente necesita hacerlo. Los niños necesitan movimiento. Su cuerpo, su coordinación, sus destrezas motrices se están desarrollando y para ello tiene que moverse. Es la manera de adquirir habilidades y perfeccionarlas. Por tanto, si el límite es NO CORRAS, estaremos reprimiendo una necesidad.
Obviamente el niño tiene que ir aprendiendo a conjugar sus necesidades con el respeto y la armonía que supone convivir en sociedad. Educar en la permisividad sería dejarle que corra libremente en cualquiera de esos espacios, sin tener en cuenta el respeto hacia la situación o las personas que están allí. Educar en el respeto mutuo es redirigir esa conducta hacia algo constructivo y mostrarle dónde sí puede correr, cuándo sí puede correr, de qué manera sí puede correr... Y esa energía que ahora no puede salir, porque quizá está en un restaurante, en una biblioteca, en una calle con mucho tráfico o mucha gente (y supone traspasar las barreras del respeto y la seguridad) la puedo redirigir en el momento integrándole en mi conversación, ofreciéndole unas pinturas para colorear, un poco de plastilina, conectándo con él...
LAS PREGUNTAS QUE PUEDES HACERTE A LA HORA DE FIJAR LÍMITES EN POSITIVO
Lo importante es que cuando educo en el respeto no me quedo en el comportamiento. Porque los niños se portan como pueden. NO nacen para manipularnos ni para hacernos la vida imposible. Su comportamiento no es más que su forma de expresar necesidades que aún no saben expresar con palabras. Por tanto para educar en el respeto, tenemos que tener esta consciencia.
- ¿Qué necesidad tiene mi hijo?
- ¿Cómo puedo guiarle para que la cubra de una forma inteligente y respetuosa?
- ¿Cómo puedo darle las llaves para que su necesidad esté en equilibrio con la convivencia en sociedad?
- ¿Cómo puedo ayudarle a construir un pensamiento lógico y razonador?
Nadie dijo que educar fuese fácil, nadie. De hecho creo que es una de
las tareas más complejas a la que puede enfrentarse el ser humano: hay
tantas variables. El ser humano es infinitamente más complejo que la más
avanzada máquina de inteligencia artificial. Si educar fuese sota,
caballo y rey no estarías leyendo esto, ni yo escribiéndolo. Para educar
hay que estar presentes en las necesidades individuales de cada niño,
en su forma de percibir el mundo y de canalizar emociones e ideas.
Eso es educar en el respeto.
El NO es una aspirina que podemos tomar en un momento puntual, pero no podemos usarla para todo, porque reprimir no es educar.
Espero que te haya gustado este post de reflexión. Leélo tantas veces como necesites, y por si en algún momento te has sentido culpable al leer este artículo, o has sentido que abusas del NO. Quiero decirte que llevas más avanzado de lo que imaginas, que el 80% del cambio a la hora de educar radica en "darte cuenta". Lo demás son pequeños pasitos que hay que ir dando cada día, como hormiguitas. Con nuestros avances y nuestros retrocesos, pero incansables en la labor de educar para la vida, educar para la felicidad.
SI TE HA GUSTADO EL POST
COMPÁRTELO EN TUS REDES, ENVIÁLO POR WHATSAPP.
DALE DIFUSIÓN A ESTA FORMA DE ACOMPAÑAR LA INFANCIA
Te invito a que me sigas en mis cuentas de instagram: @pequefelicidad y Facebook: Peque Felicidad
donde cada día voy compartiendo todo lo que me inspira, hablamos de educación, debatimos, nos acompañamos en nuestros aciertos y en nuestros errores como padres y madres. Te espero.