Ya ha pasado un año desde que se abrió la ludoteca, a pesar de que este curso sería el segundo, la mayoría de los niños son nuevos. Hay inscritos unos 70 niños de 5 a 9 años.
El año pasado hicimos un inicio de curso muy cuidadoso para presentar las normas a los niños y cuidar el ambiente.
Ahora apenas llevan un mes desde comenzamos, y las chicas de la ludoteca
han ganado la autonomía suficiente para hacerlo solas ( después de un
año de proceso de acompañamiento), así que esta vez vengo de visita ¡Qué
placer!
Los niños entran poco a poco y tranquilos, y cada uno busca su
actividad. En total hoy han venido unos 20 niños de 5 a 9 años, y en
seguida se dan cuenta que hoy como propuestas hay hacer masa de sal,
mientras otros se van a la mesa de manualidades o a jugar algún juego.
Cada cual tanto individual como en pequeños grupos va encontrando su actividad, y el que necesita ayuda se sienta “en la silla de pedir ayuda” que sin duda los niños no dejan de usar, pero que esperan con gusto, ya que saben en cuanto puedan se les atenderá.
La actividad fluye y a la vez es relajada; el rincón de vida práctica no para, cogen bandejas, trabajan con ellas y las dejan; vierten, clavan clavos, se hacen un zumo y se lo beben, etc…
Lo mismo pasa con las manualidades, actividad constante; coloreando sal, haciendo figuras de papel, etc.
Lo demás rincones no son para menos; en sensorial de manera totalmente autónoma cogen los materiales y trabajan con ellos, así como en lengua o en matemáticas; zona a la que a veces entran pidiendo hacer multiplicaciones con el banco o trabajar con fracciones.
Es precioso observar a los niños, y ver cómo se hacen presentaciones unos a los otros… ¡qué integrado lo deben de tener!
Otros mientras se ponen de acuerdo en limpiar al pez y cómo hacerlo de manera totalmente autónoma… aunque cuando terminan aparecen otros que también lo querían hacer, pero por hoy ya está hecho.
Y me encanta ver cómo los niños se ponen siempre retos a su nivel que les suponga un poco de dificultad… ya que si es fácil y lo saben hacer ¿ para qué? Coge la torre rosa una niña de unos 7 años, para la que la primera presentación de la torre rosa no tiene ninguna dificultad. Así que decide seguir las plantillas, que entiende que debe hacer en horizontal, así que lo intenta y lo intenta… ¡Y lo consigue!
Le planteo el reto de colocar la torre rosa en la esquina y pasar el cubo pequeño por el margen que queda entre cubo y cubo, pero entiende que debe pasar de un cubo a otro sin que se le caiga… y si se le cae, debe volver a empezar ¡Un reto verdaderamente dificil! pero después de intentarlo e intertarlo ¡Lo consgiue con un solo dedo!
Y mientras la actividad sigue en cada rincón… como la niña que espera en el rincón de experimentos para poder hacer un experimento de disolución o lo que ya están terminando en la mesa de manualidades sus obras de arte.
Es dificil describir lo que pasa en una sola tarde en este lugar… pero lo que podría resumirlo es actividad con retos al nivel de los niños, con libertad de elección y ambiente relajado.
Han sido muy pocos lo conflictos esta tarde, ya que cuando los niños se
sienten bien y están activos no buscan tener conflictos.
Teniendo en cuenta que solo llevan un mes y que son niños que solo
vienen una tarde a la semana y muchos no se conocen entre ellos; se
confirma la gran labor que se puede hacer con un ambiente preparado y unas educadoras formadas. Se confirma que estos ambiente siguen la esencia de los niños.
Cada día que paso en un ambiente con niños, me doy cuenta de las grandes verdades que descubrió y compartió María Montessori. Ahora nuestra labor es seguir ese legado.