Soy muy fan de Álvaro Bilbao, autor del libro «El cerebro del niño explicado a los padres». Os recomiendo muchísimo su lectura ya que os será de gran ayuda para entender ciertos comportamientos de vuestros hijos, cómo empatizar con ellos y en definitiva, aprender y conocer mejor el funcionamiento de su cerebro.
En este libro se habla mucho de una parte que nos preocupa mucho a los padres: saber poner límites a los niños. Y es que la crianza es compleja. No queremos ser la bruja de Blancanieves todo el día pero tampoco que nuestros hijos nos falten el respeto, no sepan respetar las normas de convivencia y que sintamos que nos toman el pelo.
En el libro he aprendido algunas cosas que a continuación os cuento sobre cómo poner límites a los niños:
Los límites son muy importantes para el desarrollo cerebral. Poner límites a los niños les ayuda a desarrollar la parte frontal del cerebro que es la parte que se encarga de gestionar la propia persona, conseguir metas y comportarnos de una manera adecuada socialmente. Por eso es importante que les ayudemos desde bien pequeños a aceptarlos y respetarlos.
- Tenemos que tenerlos muy claros. Y además consensuados con la pareja o personas que se dedican a la crianza del niño. Sino será imposible que el niño los entienda.
- Hay que ponerlos con firmeza, con tranquilidad y seguridad. Suena bonito pero no lo es, ¿ verdad?. Pero si el niño nos ve dudando o que nosotros mismos no nos creemos el límite que estamos poniendo, es probable que el niño no interiorice ese límite.
- Se deben poner cuanto antes para evitar que se creen hábitos en el cerebro del niño. La primera vez que se de una situación que no queremos , hay que establecer el límite y hacérselo saber al niño.
- Adelantarnos: Si por ejemplo vemos que el niño va directo a pegar a otro niño, tenemos que tratar de adelantarlos impidiéndolo.
- SIEMPRE. Son inquebrantables.
Dentro de esto, tenemos que saber que existen 3 tipos de límites:
1. De vida o muerte: no te dejo subir a la barandilla de la terraza porque peligra tu vida.2. Los límites relacionados con el bienestar: no le dejo poner la tele mientras comemos, o comer chocolate a diario…
3. Los límites de convivencia: estos son los que de forma excepcional podemos saltarnos. Por ejemplo, si siempre los duchamos pero un día tenemos gente en casa y los horarios un poco cambiados, les explicamos que hoy no se ducharán.
Lo que está claro es que poner límites a los niños es algo necesario . Ellos van a crecer en una sociedad donde hay límites y normas para todo. Lo que tenemos que ver es cómo ponemos esos límites y cuantos. Un exceso de límites puede llevar a la inhibición del niño y un defecto de los mismos, a una falta de autocontrol. Se trata de llegar a ese término medio tan complicado para los padres, ¿ verdad?.
Y tú, ¿ cómo pones los límites a tu hijo? . Cuéntame tu experiencia.
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