18.7.19

En conversación con... Carmen Guaita

Carmen Guaita, profesora y escritora, es la autora del libro Memorias de la Pizarra. Según sus palabras, “ha sido el libro que más me ha costado escribir. Después de los testimonios de los nueve maestros… no sabía cuál era mi papel…” Siente una necesidad imperiosa de hablar de su profesión, de su belleza y de su dignidad.
En esta entrevista nos trasmite su visión de la educación:

LA ESENCIA DEL MAESTRO NO SE PIERDE NUNCA. ES UN AMOR PARA TODA LA VIDA

Carmen Guaita, durante un buen número de años, ha estado en un observatorio privilegiado de la educación, formando parte de los órganos de gobierno del sindicato ANPE. Los cuatro últimos, como vicepresidenta de la organización. En este tiempo ha tenido el honor de representar a decenas de miles de docentes
Carmen, el motivo de este libro…
La añoranza. He sido una profesora que ha trabajado para los profesores. Sigo enamorada del aula y te implica tanto que hablas de ella. Ha sido la necesidad de hablar de la profesión, de su belleza, de su dignidad… y así surgió. Además, sucedió una cosa muy curiosa cuando se lo comenté a mi maestro, Luis Fernando Vílchez, ‎psicólogo, profesor universitario UCM y escritor, cuando le dije lo que quería, me comentó: por qué no entrevistas a maestros de toda la vida. Son nueve los maestros que cuentan sus memorias y me dan pie para reflexionar sobre la educación. Hacía falta presentar en un libro, lo que es la esencia de la profesión docente. Aunque la sociedad cambie mucho, lo que no cambia es la relación con los alumnos, esa mirada, esa presencia, ese estar juntos, que a los maestros y a los alumnos nos personifica.
¿Qué es para ti esa añoranza?
Hay momentos en la vida que lo que tú deseas en tu interior lo haces coincidir con lo exterior. Una conjunción entre lo de dentro y lo de fuera; eso yo lo he sentido en clase: te importa lo que un niño puede llegar a ser y eso te hace disfrutar. Aunque puedas dedicarte a cantidad de tareas que se te dan bien, te das cuenta que para ti no tienen esa esencia.
Descubrir lo que da sentido a tu vida, no es fácil…
En mi caso lo descubrí en la facultad de Educación. Una especie de alquimia que te trasforma el interés por la infancia en vocación docente. Salí enamorada de lo que podía hacer. Los maestros somos un referente de valores… pero no de todos los valores, porque la escuela no puede sustituir a la familia. Los valores que construyen a un ser humano en lo personal son de la familia. Nosotros sólo transmitimos los valores de la sociedad. La gran riqueza surge cuando hay diálogo entre la escuela y la familia. Yo he aprendido de los maestros de mi libro cosas maravillosas… El maestro pone toda su vida y a la vez los niños ponen mucho, se ponen a sí mismos abiertos para crecer. Es una profesión que llena y en el libro te lo cuentan.
¿Cómo se mantiene ese amor?
Con la ética personal. La misma palabra “desmoralizado” significa perder la moral. Pierdes el músculo que te hace superar las decepciones y se empaña la visión de verte desde fuera como  influyes en otras personas. También se puede perder la mirada interna por la falta de conexión con el claustro; un problema serio con un alumno que te haga replantearte y que te ponga frente a tu propio espejo… y por ahí llega la desmoralización… porque es una profesión ética. Las pilas se cargan en el propio claustro, entre los propios compañeros, teniendo un proyecto de centro con el que te ilusiones y en el aula con un compromiso vital. Cada vez más es una profesión de grupo. Hay que fomentar desde el propio centro que no haya soledad en los profesores.
¿Quién se supone que es verdaderamente un maestro?
En la persona hay una dimensión interna y otra externa que están unidas. La dimensión externa es la profesional y la interna la ética, que la pone cada maestro: vocación docente, resiliencia…que se merezca el reconocimiento, etc. Y aquí vuelve la dimensión ética. La dimensión externa es la constante formación, el constante reciclaje; que sea capaz de comunicar una serie de aptitudes; no vale sólo con la profesión docente… para esta profesión no vale cualquiera.
Sensibilizar a la sociedad de la grandeza de esta profesión… ¿cómo se hace?
Contándolo a través de los medios de comunicación, de libros… Hemos avanzado, Felipe VI, en el discurso de su proclamación, tuvo palabras de agradecimiento para sus maestros. La percepción de la sociedad sobre la docencia ya está empezando a cambiar. También, en el último baremo del CIS, la enseñanza es la segunda profesión más valorada. Nosotros también lo tenemos que defender ¿Por qué te parece que los profesores no venden su profesión? falta contar historias de la educación. Cita a los padres, que vean que tú eres un profesional, prepara esa entrevista, prepara cada clase… hay que contar lo que haces…
Y en esto la asociación Mejora tu Escuela Pública, está haciendo una gran tarea: estáis contando la profesionalidad, el prestigio de los profesores, de eso que hacen de forma ordinaria y todos los días en el aula. Y lo contáis a través del concurso de BBPP, formación de directivos, profesorado, Escuelas Taller, etc. Nunca se ejerce en vano y no se pierde nada. Cada decisión que toma un ser humano tiene una serie de consecuencias que pueden llegar hasta las siguientes generaciones y esta es la profesión docente. Mi maestra, hasta que yo no se lo he dicho, no ha sido consciente de la huella que ha dejado en mí. Yo he procurado imitarla en muchas cosas. Profesora de Latín que lo primero que hacía era llevarnos con la imaginación al foro romano y cuando todas babeamos con Julio Cesar… queríamos aprender latín para hablar con él. Todas consideramos un honor el haber sido alumnas suyas.
Esa huella que se deja en los alumnos… ¿Cómo la definirías?
Profunda y trascendente como diría Virginia Woolf. Dejando una semilla que cuando te separas crece. La huella se deja siempre, no puedes no dejarla. Es lo que tú seas, la ética personal es una constante, es ser mejor persona y profesional. Me gustaría que todos los profesores seamos conscientes de la belleza de la profesión a pesar de las dificultades. A veces nos estamos dejando llevar por circunstancias externas que no son nuestra profesión. Mi profesión es la profesión de los valores. Es la profesión de la dignidad. Ser capaz de ver eso nos puede ayudar a mantener la moral y el músculo
 En tu vuelta a las aulas, ¿qué llevas contigo?
Dejarme la piel. La importancia que tiene el trabajo cooperativo, la importancia del dialogo con los padres, arrimar el hombro, la unidad del claustro; lógicamente también voy hacia el dolor de garganta, a exprimirme… que es lo que conlleva la felicidad; va en el mismo paquete.
Tu libro, ¿qué aporta a la mejora de la educación?
Cuando lo escribía, pensaba en los alumnos de la facultad de Educación; hay que decirles que entran en una profesión muy bella. Pero también pensaba en todos nosotros para refrescar la profesión. Cuando lo escribí sufrí el no estar dando clase.