8.9.20

Montessori y el fascismo

 


Después de la segunda guerra mundial en Italia, a pesar de que el método Montessori se estuviera aplicando en las escuelas, no se hacía expresa referencia a su figura. Y fue solo en 1999 que se publicó la primera biografía en italiano de Maria Montessori.

¿Por qué?

Podría parecer raro que, en el país en el que Maria Montessori nació y empezó a difundir su método, no se reconociera la importancia a una de las figuras más relevantes del siglo XX.

La respuesta está en el intento de ocultar algunos eventos y épocas cruciales de su vida, difícilmente compatibles con la imagen idealizada y casi hagiográfica que algun@s quieren vendernos: el abandono de su hijo recién nacido y sobre todo su vínculo con el fascismo.

A pesar de que en Italia la censura hacia los que han apoyado el fascismo no es tan dura y tajante como las que lleva a cabo en Alemania contra el nazismo, igualmente cuesta perdonar los que ayudaron a llevar el país a la catástrofe.

Hasta los años 90, se ha intentado así crear una imagen de Maria Montessori progresista y pacifista, algo que está bastante lejos de la realidad. Incluso hay estudios sobre la doctora que omiten por completo el periodo entre el 1924 y 1934, que ha sido el de máximo entendimiento entre Montessori y Mussolini, hablando solo del momento en el que Montessori abandonó Italia, como si hubiera sido una exiliada política.

Giuliana Marazzi, en el ámbito de una tesis doctoral realizada por la Universidad La Sapienza de Roma, ha profundizado la relación entre la doctora y el dictador italiano en su escrito: «Montessori e Mussolini: la collaborazione e la rottura» en el que explica como, del idilio inicial se llegó a la ruptura.

Se trata de una tesis doctoral muy interesante que denota un gran trabajo de investigación, con detallada referencia a las fuentes, sobre todo procedentes del Archivo italiano de Estado. Debido al magnífico trabajo realizado, su tesis ha sido también publicada en revistas universitarias.

La cooperación entre Montessori y Mussolini inició durante los primeros años del régimen fascista, cuando la doctora necesitaba su apoyo para que el método tuviera difusión en Italia.

Fundamentalmente Mussolini apreciaba del método Montessori la disciplina y la autocorrección y también la alfabetización precoz (niños de 3-4 años que ya aprendían a leer y escribir), obviando todavía uno de los elementos fundamentales: la libertad en el proceso de aprendizaje.

Los primeros problemas entre Montessori y Mussolini se dieron en ocasión de la sustitución de una de las docentes, acusada de no ser lo suficientemente fascista (lo que la interesada negaba con vehemencia, declarándose víctima de un complot), por otra elegida por el régimen y que no había sido formada por la doctora.

Y además Mussolini nombró director de la Opera Nazionale Montessori un hombre de su confianza, tal Bodrero, un diputado fascista que empezó a
relacionarse con otros entes diferentes de AMI, la organización fundada por Montessori y su hijo Mario (que ellos consideraban único referente posible y encargado de defender el método de contaminaciones).

Montessori en más de una ocasión justificó la dictadura de Mussolini afirmando que no se trataba de un tirano inspirado por su propio egoísmo, sino de un hombre con gran fuerza de voluntad que había decidido guiar un pueblo que lo necesitaba, y que gracias a él, en su corazón «brilla esa gran fe que el Duce hace nacer en todos los italianos que tienen algo que ofrecer» a su patria.

En 1932, en ocasión de la Conferencia internacional de desarme de Ginebra, Maria Montessori pronunció un discurso a favor de la paz y de la educación para la paz, en abierto contraste con lo que se enseñaba en las escuelas italianas en las cuales se aplicaba su método. Sus palabras gustaron mucho al auditorio pero fueron duramente criticadas en ambientes fascistas que las consideraba pueriles e hipócritas. Este episodio, unido al creciente control por parte de las instituciones fascistas sobre el mundo de la cultura y la educación (y Montessori no toleraba injerencias externas en su forma de formar al profesorado) llevaron a la ruptura entre el dictador y la doctora.

A pesar de eso, Montessori y su hijo siguieron escribiendo cartas a Mussolini, intentando recuperar su apoyo, afirmando ser «buenos patriotas
fascistas
«, cartas a las cuales Mussolini prefirió no contestar para no desencadenar un conflicto con sus colaboradores.

Mussolini y Montessori tenían en común un carácter autoritario y volitivo, ambos representaban una ruptura con el pasado y un cambio, ambos consideraban fundamental la disciplina. Fue una relación basada en la admiración, probablemente recíproca, aunque los documentos solo testimonian la admiración de Montessori hacia el dictador.

Esa fascinación por el fascismo, unida a los fuertes lazos con la teosofía y la religión católica (que se pueden ver sobre todo en las Cinco grandes lecciones), han dado lugar a un profundo rechazo de la filosofía montessoriana por parte de los ambientes progresistas y laicos.

Todo eso lo explico porque, para conocer el método Montessori, es fundamental conocer en profundidad a la persona que lo ideó, analizar sus contradicciones y no idealizarla.

Intentar ocultar o disfrazar esta faceta de Maria Montessori denotaría una grave falta de conocimiento del método o, peor aún, mala fe.
Si de verdad quieres conocer el método Montessori no te conformes con intermediarios, lee sus libros (si sabes italiano, mejor, porque encontrarás muchos más).