14.2.22

Una experiencia entre el psicoanálisis y el método Montessori

 

“Si todo el mundo tuviera sus escuelas, no me necesitarían”. (Sigmund Freud a María Montessori, 1927).


Recibo una llamada de la directora del colegio en el que trabajo, proponiéndome que cubriera a una maestra por seis meses. En ese momento no sabía la conquista que me esperaba y acepté su propuesta “sólo por seis meses”. Los primeros días muchas cosas me parecían extraordinarias. Empezando por el buen humor que tenía todo el personal, así como observar a tanto niño jugar en el jardín.

Estaba fascinada con la independencia y autonomía que tenían los niños del colegio, simplemente me parecía irreal. Fue entonces cuando me topé con la interrogante ¿cómo iba a educar, si yo lo que hago es psicoanalizar? No fue nada fácil, es más, es el trabajo al cual “más cabeza” le he tenido que poner.  Avanti Montessori me representaba un reto, el cual era aprender sobre el método Montessori y poder transmitírselo a los niños de dos años. Así empezó está aventura que se convirtió en mi segunda pasión.

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Mi conocimiento del método Montessori era poco, pero encontré a dos grandes maestras y un gran equipo dispuesto a apoyarme y enseñarme mucho de lo que ahora sé. El método Montessori se caracteriza por poner énfasis en que el aprendizaje de cada niño va a depender de su desarrollo y que es el niño el protagonista de su propio aprendizaje. El maestro funciona como guía, sin hacer que su presencia obstaculice el deseo del niño por la actividad que realice. Mis dos pasiones: psicoanalizar y educar se unieron porque para mí cada individuo es único. Cada vez que entra una persona a mi consultorio o un niño a mi clase “le apuesto a su persona”.

Le apuesto a su singularidad y me propongo a que eso que los hace diferente se conserve. Cada niño tiene una manera  particular de aprender y  socializar, esto hace que sea un trabajo sin aburrimiento, cada día se vive una experiencia excepcional. La entrega diaria que le dedico a una lección, a una canción, a bailar, a enseñar los números, me convence que para ellos solo existe “el aquí y el ahora”; pues es increíble ver como se entregan a toda actividad que hacen. Observar en el recreo es lo que más gozamos con las otras compañeras, es evidente el proceso de socialización. Empiezan jugando solos y terminan jugando e imitando al doctor, a la mamá, al papá y hasta a sus maestras. Es cuestión de dejarse “sorprender” por los niños.

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Dos años y medio más tarde no puedo imaginar mi experiencia clínica sin ser maestra. Cada mañana los niños se convierten en mis maestros y en las tardes como psicóloga aplico lo que aprendo de ellos, de su espontaneidad y lo importante de mantener su esencia. Le apuesto a mis alumnos, así como le apuesto a mis pacientes. Avanti me ha permitido explotar mi potencial como profesional y estoy segura que siempre va a significar “un gran aprendizaje” para mí.

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Es por eso que hoy quiero desearles a todo el que se entrega con pasión  a ser “maestro”, un muy feliz día y motivarlos para que lo sigan haciendo. No se olviden que somos nosotros los que tenemos tanto que aprender de los niños, y a la vez ser un ejemplo para ellos.

¡Feliz día del maestro!

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Licda. María Andrea Guzmán, M.A.