Cuando nació su hija, Patricia lo tenía claro. No iba a dejar que la educasen a gritos, que la castigasen de cara a la pared, que sus profesores no intentasen entender sus talentos y sus limitaciones. Por eso, cuando le regalan un juguete, pide a los adultos que la dejen sola para que lo explore ella sola. O intenta que se abroche sin ayuda los botones del abrigo. Son dos de las técnicas para el desarrollo del niño que emanan del método Montessori, expuesto hace más de un siglo por la italiana Maria Montessori (1870-1952) en 'El método de la pedagogía científica' (1907).
“No todos los niños tienen las mismas capacidades, pero el sistema educativo que tenemos hace que todos vayan por el mismo sitio”, explica. “Si no eres capaz es porque eres tonto, no vales o no te da la cabeza”. El Montessori, al igual que el Waldorf u otras pedagogías alternativas, se han convertido en la elección predilecta de muchas parejas jóvenes españolas que desconfían de los métodos vigentes y encuentran en ellas el camino “para que nuestro hijo sea una persona con valores, que trabaje cosas en la escuela que no sean solo memorizar y hacer exámenes”.
Me da la risa pensar que existen jerséis Montessori. Siempre que hay oportunidad de negocio muchos se suben al carro
Más de 100 años después, Montessori se ha convertido en un nombre de moda en el debate educativo, casi hasta el delirio. Colegios privados utilizan la enseñanza Montessori como reclamo. En las librerías, es común encontrar una estantería dedicada exclusivamente al subgénero Montessori. Casi cualquier producto es susceptible de llevar la etiqueta Montessori y, de paso, subir unos cuantos euros más. Juguetes Montessori. Ropa Montessori. Montessoriza tu casa. Que tus hijos sean como Jeff Bezos, Larry Page u otras luminarias de Google, Amazon o Wikipedia que se criaron en este método.
Es difícil sintetizar el método Montessori en unas pocas palabras. “Los niños se desarrollan en un ambiente preparado, basado en unos principios naturales muy claros (autonomía; independencia; iniciativa; capacidad de elegir; desarrollo de la voluntad; y autodisciplina) con la idea de que el niño sea su propio maestro”, recoge la filial española de la Asociación Montessori Internacional (AMI) en su página web. “Montessori no quería crear genios, sino dar a cada persona la oportunidad de poder desarrollar sus propias capacidades, por sí misma y con los otros. Y, de esa manera, ayudar a los niños a ser unos seres más humanos, más equilibrados e independientes”.
“A mí me da la risa pensar que la gente crea que existen jerséis Montessori”, explica Montse Juliá, directora del colegio privado Montessori Palau Girona y del centro de formación MIRTC y una de las pioneras de dicho método en España, hace más de un cuarto de siglo. Un momento mucho menos propicio para audacias, en plena implantación de la LOGSE. “En todas partes la gente se apunta a las oportunidades cuando algo se pone de moda, por eso es importante que los padres estén formados a fondo y con rigor”.
Juliá fue también secretaria de la Asociación Montessori Española, la sucursal local de la AMI, fundada por la propia maestra en EEUU a finales de los años 20 y que dejó en manos de su hijo Mario tras su muerte. La directora recibió formación Montessori en EEUU y contó con la ayuda de la nieta de Maria, Renilde, para poner en marcha el método en el centro y obtener formadores con experiencia. Las dos aulas de aquel entonces se han convertido en más de 1.000 alumnos.
No es que los niños se pasen el día jugando, es que les encanta tanto lo que hacen que se quedan enganchados al trabajo
¿Qué es y qué no es el método Montessori? “No es que los niños hagan lo que le dan la gana, no es que no sea importante que aprendan cosas, sí es que se desarrollen como personas, que adquieran autodisciplina al final de Infantil y responsabilidad al concluir la Primaria”, resume la directora. “No es que los niños se pasen el día jugando, es que les encanta tanto lo que hacen que se quedan enganchados al trabajo. Es un plan de desarrollo humano a partir de los aprendizajes basados en las etapas de desarrollo, no es un currículum aislado”.
Hace unos meses, un reportaje publicado en 'Slate' llamaba la atención sobre los “falsos Montessori” de EEUU, el país donde el método desembarcó a comienzos del pasado siglo con una expectación solo comparable a la que generó otro emigrado europeo, Sigmund Freud. En él se señalaba que, aunque decenas de colegios en todo el país utilizan el sello, la implantación del método es variable y muchos se denominan Montessori sin que la plantilla cuente con demasiada formación. En España no se acreditan centros, algo que tan solo ocurre en EEUU y Canadá, sino profesores.
¿Cuáles son los requisitos para que un colegio sea considerado Montessori? Juliá da cuatro claves: “Primero, que vean cómo están preparadas las aulas y los ambientes, si tienen todos los materiales, si las sillas y mesas están a su medida, si disponen de materiales nobles; si el profesorado tiene la formación necesaria, y mi experiencia me dice que si no tiene la de la AMI no está suficientemente preparado; cómo están establecidos los horarios, que tengan una hora y media o dos de trabajo seguidas en 0-3 o que haya tres horas seguidas en 3-6; y que mezclen las edades”.
“Es verdad que la formación es cara”, reconoce. “Pero también es cierto que hay formaciones malas muy caras”. Pero ¿quién es un verdadero guía Montessori y quién no? En su opinión, no es lo mismo un curso de unas cuantas horas que acumular décadas de experiencia y estudio, aunque ambos puedan denominarse guías. Según su criterio, los formadores deben haber pasado al menos cinco años en un aula con supervisión, haber completado el curso tres veces, que exige 22 ensayos y un trabajo de investigación.
Montessori hoy
El auge de la pedagogía Montessori ha favorecido un oportunismo en la que la fuente original es a menudo olvidada. Catherine L'Ecuyer, autora de varios artículos divulgativos y académicos sobre la pedagogía Montessori, que escribió su tesis sobre este método frente a la herencia educativa de Jean-Jacques Rousseau y autora de 'Educar en el asombro' y 'Educar en la realidad', ha alzado la voz en alguna ocasión ante la incomprensión hacia la obra de la italiana.
Aunque resolvió la cuestión de la educabilidad de sus alumnos, no supo resolver la de la educabilidad de sus maestros
La investigadora apunta algunas de las concepciones equivocadas que existen sobre la maestra. “Por desgracia, muchos de los que se consideran expertos hoy se limitan a proyectar sobre Montessori sus propios esquemas y obsesiones educativas y apenas la leen”, explica. “Por eso salen todo tipo de ocurrencias que nos dan de pensar que Montessori es 'aprender jugando', que es compatible por ejemplo con un programa de educación emocional, o con la estimulación temprana (que se basa en la teoría de la recapitulación, que ella misma desacredita tres veces en sus libros)”.
Una anécdota que muestra esta confusión de términos: “Hace un año, la directora de un colegio Montessori me pidió asesoría para digitalizar sus aulas”, relata. “Le pedí que me diera cinco argumentos desde la pedagogía montessoriana por los que considera necesario digitalizar un aula Montessori y nunca me respondió. Montessori defendía el movimiento espontáneo en un ambiente controlado. La digitalización de las aulas supone justo lo contrario: soltar al niño en un ambiente descontrolado y estar todo el día haciendo de policía para controlarle. Es una opción, pero por favor, que no lo hagan en su nombre (de Montessori)”.
Una de las grandes preguntas es si una metodología que se basa en dar gran libertad a los niños puede imponer condiciones tan rigurosas a la hora de homologar guías Montessori. “De alguna manera, después de haber dedicado su vida a resolver la cuestión de la 'educabilidad' de sus alumnos de una forma original y reconocida universalmente, no supo resolver la cuestión de la educabilidad de sus maestros”, explica L'Ecuyer. “Ciertamente, no es una cuestión sencilla, porque ella tenía una visión muy concreta del niño, visión que se refleja en el material y en la forma de usarlo, y creo que es lógico esperar que sus maestros reciban formación sobre la pedagogía y compartan su visión. Ella estaba en contra del eclecticismo educativo, rechazaba combinar su método con otros. Si Montessori levantara la cabeza...”.
L'Ecuyer recuerda que Montessori “no es una franquicia”, y que cualquiera puede abrir una asociación montessoriana y acreditar profesores sin arriesgarse a una demanda. Sin embargo, reconoce que las acreditaciones de la AMI son “una especie de sello de calidad, porque se supone que hace un esfuerzo grande de lealtad hacia la pedagogía montessoriana”. Aparte de AMI, hay otras asociaciones independientes que imparten formación como la American Montessori Society (AMS) o la Pan America Montessori Society.
Todo para el niño, ¿para todos los niños?
La primera vez que Maria Montessori puso su método en práctica fue en la Casa de Niño de San Lorenzo, con los hijos un barrio lleno de marginados, prostitutas y criminales, que gracias a la intervención de la médica, adquirieron rápidamente una gran autonomía. Que el método naciese en los escalones más bajos de la sociedad y haya terminado convertido en reclamo de colegios privados es una de las contradicciones que suelen poner de manifiesto sus detractores.
El bilingüismo es una demanda social coyuntural, nunca fue un reclamo de la pedagogía montessoriana
“Para abrir un colegio en España (sea Montessori o no), hace falta reconocimiento por parte del Estado”, explica L'Ecuyer. “Concretamente, en España, la manera más fácil para los centros que quieren ser Montessori es acreditarse por la vía de los colegios británicos. Como la mayoría de los privados, muchos de los colegios Montessori en España buscan ser bilingües para tener un gancho que luego les permite alcanzar la clientela de clase altas y así poder financiarse sin la ayuda del Estado. En realidad, el bilingüismo es una demanda social coyuntural, nunca fue un reclamo de la pedagogía montessoriana”.
“¿Elitista?”, preguntamos a Juliá. El precio para los estudiantes del Palau Girona oscila entre los 7.410 y 9.040 euros anuales, incluyendo media pensión. “Mi pregunta es en qué países al gobierno le interesa que haya una población inteligente o educada. Montessori no es más caro que un método tradicional, pero hay intereses que les impiden que puedan desarrollarse en colegios públicos”. En EEUU, añade, sí se ha producido una apuesta por integrar el método en centros de titularidad estatal. En su opinión, todas las familias que lo quisieran deberían poder beneficiarse de la metodología.
Breve biografía de María Montessori.
Para Fátima María García Doval, maestra de Primaria especializada en diversidad funcional y directora del proyecto ACCEGAL, “algunos centros Montessori pueden ser elitistas pero no tiene que ver de modo directo con el método sino con cuestiones de organización escolar y gestión del centro, dado que los centros que desean declararse como Montessori deben enfrentar costes elevados (la formación docente, los materiales, la ratio en la organización y gestión de grupos)”. Una barrera de entrada “que no siempre es fácil o posible armonizar con la gratuidad de la enseñanza o con precios más contenidos”.
¿Veremos algún día al sistema educativo público abrazando la metodología montessoriana? “Es lamentable que no haya más espacio para colegios públicos o concertados Montessori en España. Eso sí que sería una revolución educativa”, añade L'Ecuyer.
Desde el otro lado
¿Qué percepción existe de la educación Montessori entre otros profesionales? Para García Doval, “confiar todo el proceso de enseñanza que desarrolla un docente a un único método desarrollado hace un siglo a través del uso riguroso de materiales y actividades con una pauta secuenciada previamente supone dejar de lado los resultados de la mejor investigación disponible hoy (no hace un siglo) y su integración en el proceso educativo”. En su opinión, son necesarios más conocimientos teóricos, prácticos y actitudinales sobre cuestiones generales de educación, contenidos y didáctica.
Los estudios empíricos que se han realizado sobre el método Montessori son escasos y algunos presentan limitaciones importantes
En opinión de Marta Ferrero, del Departamento de Investigación y Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid, es difícil determinar la eficacia del método. “Por una parte, porque los estudios empíricos que se han realizado sobre el método Montessori son escasos”, explica. “Además, muchos de ellos presentan limitaciones importantes como, por ejemplo, utilizar muestras de alumnos muy pequeñas, no detallar en qué consiste la intervención que se lleva a cabo o no garantizar que los grupos experimental (al que se entrena en el método Montessori) y control (al que se entrena en otro método) son homogéneos en términos de nivel socioeconómico”. Un factor frecuentemente olvidado que, sin embargo, es clave.
Para García Doval, muchos de los recursos y técnicas utilizados hoy en los centros educativos nacen en Montessori, aunque no lo hayan hecho de una manera única y sistemática. “No se trata de poner una etiqueta bonita a algo que ya existe sino que, fuera de los centros educativos que se denominan Montessori, se hace ya un uso de algunos de sus materiales y técnicas pero de un modo más ecléctico e híbrido, quedándose con aquello que se adapta al momento actual y que ha pasado el test del avance científico”, añade.
Amistades peligrosas
Jurjo Torres, catedrático de Didáctica y Organización Escolar y autor de 'Políticas educativas y construcción de personalidades neoliberales y neocolonialistas' es uno de los expertos más críticos con el método, que analizó en un extenso análisis. “Todo es un negocio, empezando por los colegios, que son todos privados”, explica a El Confidencial. “Colegios con un material que se vende con el letrerito Montessori, formación para padres y profesores, apps informáticas editadas por ellos, tanto para las familias como para los colegios. Hay montado un negocio increíble”.
Esta pedagogía le viene muy buen a una sociedad neoliberal, posfascista y colonialista como en la que vivimos
Torres, además, considera que se trata de un modelo desfasado, y funcional a la sociedad individualista del neoliberalismo. “¿Quiénes van a estos centros?”, se pregunta. “Familias de clases medias acomodadas con un importante capital cultural en otras cuestiones, que saben que la educación es importante y hay que invertir en ella, por lo que demandan modelos que no sean tan penosos como los que ellos consideran que tuvieron”. La educación como distinción en una sociedad competitiva.
Para Torres, el método Montessori responde a las necesidades de un presente competitivo. “No me extraña que esté triunfando porque es una filosofía totalmente individualista”, razona. “Montessori era médica, y por esa época aún se veía a los niños como adultos en miniatura. Pero ella desconoce la pedagogía más importante de ese momento, como Vygotski, John Dewey o Célestin Freinet”. Otro problema, añade, se encuentra en que como reconocen sus adeptos, los principios apenas han variado desde hace un siglo.
Uno de los aspectos más espinosos fue el estrecho trato de Maria con Benito Mussolini, quien en 1924 le confío la tarea de revolucionar la educación italiana a través de una red de escuelas Montessori, y que haría que incluso Hitler se interesase en su método para la escuela del Tercer Reich. Aunque en 1934 tanto el Duce como el Führer cerrarían los centros Montessori en sus respectivos países, para Torres estas amistades peligrosas son reveladoras. “No son tontos, algo vieron que les favorecía, y ahora igual: hagamos seres individualistas”, lamenta. “Los que dispongan de más recursos tendrán una formación que les posibilitará mejores puestos de trabajo y los demás, pues la culpa es de ellos o de Dios que no les dio el embrión espiritual de los talentos”, añade irónicamente. El problema, que no existe ni debate ni una idea clara en España de lo que se considera una buena educación.
Mientras tanto, Patricia, que se ha mudado con su familia a Santander, admite que querría llevar a su hija a un colegio Montessori. O, al menos, que presentase un modelo alternativo de educación. Pero es consciente de que va a ser difícil, no solo porque no haya ninguno cerca, sino también por el precio. “Nos ha encantado una escuela Waldorf que nos gusta cómo desarrolla las capacidades de los niños en Primaria”, concluye. “Nos lo estamos plantando, sí, pero es que es mucho dinero”. La paradoja de la maestra de los pobres que terminó criando a los súperricos del siglo XXI.