Abre en Valdepasillas un centro de educación bilingüe para niños de 0 a 6 años que sigue las doctrinas de la pedagoga italiana.
En la mitología griega Gaia es la madre tierra, aquella que proporciona todo lo necesario para que el ser humano crezca y se nutra correctamente. Bajo el mismo nombre y con el mismo propósito, pero aplicado únicamente a la infancia, Sandra González ha fundado en Badajoz el centro infantil bilingüe Gaia Montessori.
Ubicado en Valdepasillas, es un espacio en el que se aplican pedagogías activas (en las que se acompaña el aprendizaje natural según las capacidades del niño), principalmente la desarrollada por María Montessori. Abrió sus puertas en diciembre impartiendo talleres y desde hace algo más de mes y medio, tiene horario de mañana. Ya hay ocho bebés matriculados.
Gaia Montessori está ideado para niños de 0 a 6 años. Sin embargo, es imposible encontrar ni un solo muñeco. Todos los materiales son nobles, predominando las sedas y la madera. De estética sencilla y agradable, las paredes están pintadas de rosa porque, según explica Sandra, «es el color del amor y la base de esta pedagogía es el amor y el respeto».
En la estancia, dividida en varias áreas temáticas, todo está a la altura de los ojos de los más pequeños. «Es un mini mundo que cambiamos a diario», indica la responsable. La otra parte fundamental de Gaia es Leticia Garlitos, una psicóloga pacense que comparte con Sandra la misma mirada «respetuosa» hacia la infancia.
A lo largo de su trayectoria profesional, Leticia se fue separando cada vez más de la parte adulta y se centró en la infantil. Se había dado cuenta de que la mayoría de los problemas psicológicos de los adultos –excepto patologías– provienen de la infancia o de la adolescencia. «Pensé que por qué no solucionar o enseñar desde la etapa infantil para evitar esto», confiesa. Así que desde ese momento se enfocó en psicología infantil y del desarrollo. «Nuestra intención es crear adultos felices y sanos emocionalmente, siendo conscientes de la importancia que tiene la primera etapa de la infancia para el resto de la vida», apostilla.
Las familias que dejan a sus hijos en manos de Sandra y Leticia suelen llevar este tipo de crianza en sus casas. «Son personas jóvenes, normalmente uno de los miembros es de fuera de Badajoz y ya conocen estas metodologías», añaden. Además, Gaia Montessori está abierto durante todo el año, solo cierra los festivos.
Límites
El hecho de que los niños puedan autodirigirse y elegir con libertad no significa que no haya límites. De hecho, son muy importantes en esta enseñanza. «Existen reglas y límites primordiales para el funcionamiento de la rutina en el centro», aclara Sandra, quien cree firmemente que los límites son beneficiosos. «Nos dimos cuenta de que en la educación habitual no se les da la importancia que nosotras creemos que tienen».
Otro aspecto relevante que se evita en Gaia Montessori es el uso de pantallas. «Somos totalmente anti-pantallas» aseveran, «ya que afectan muchísimo al desarrollo neurológico». Además, Sandra relata que desde su punto de vista, móviles y tabletas –pantallas en definitiva– se les dan a los niños para que se entretengan o se calmen y luego no saben autocalmarse. Para tranquilizarse, en esta pedagogía es frecuente realizar meditaciones y juegos de respiración.
La repetición lógica de las reglas hace que los pequeños las interioricen y las adopten como hábitos. Por eso, cuando entran siempre está la misma música puesta. Este espacio abre cada mañana a las 07.15, aunque los niños pueden acceder hasta las 09.30. A esa hora da comienzo la rutina «que es muy importante porque les ayuda a estar relajados y a abrirse al aprendizaje», comenta la guía. Empiezan cantando una canción en inglés y conociendo el estado anímico de sus compañeros.
Promueve la educación libre, en la que los pequeños participan de manera activa en su proceso de desarrollo y aprendizaje
Sobre las 10.00 comienzan a preparar el almuerzo, basado principalmente en frutas. Ellos eligen qué pieza desean paladear, preparan la mesa y comen juntos. Según las instructoras, se trata de un momento muy importante porque transversalmente están trabajando aspectos como el turno, el respeto, la paciencia, la gracia y cortesía...
Después, el grupo Nido (bebés de 0 a 21 meses) se echa una pequeña la siesta y a los demás, que se encuentran en el punto álgido de la atención, les toca el trabajo específico que preparan las guías para cada niño. En estas horas de tareas es especialmente importante el silencio y la concentración.
Un viaje revelador
Ahora, con 28 años, Sandra tiene su propio espacio físico de educación libre y respetuosa, pero es algo con lo que lleva muchos años en mente. Confiesa que ya desde pequeña soñaba con ser profesora, «pero no de la forma tradicional». Por eso, siguiendo el consejo de su madre, estudió Magisterio y después Logopedia para poder innovar desde dentro del mundo académico. «Yo no sabía que existían esas metodologías», añade.
Sin embargo, como otros tantos jóvenes, emigró a Inglaterra de au pair y allí dio con una familia que llevaba una educación respetuosa. El más pequeño de los hijos iba a una guardería Montessori y Sandra, atraída por ese tipo de crianza, comenzó de voluntaria. Fue un viaje sin retorno, mentalmente hablando.
Ahora, físicamente en Badajoz y tras haber estado adquiriendo experiencia en otras ciudades, presenta su proyecto en la capital pacense con los bolsillos repletos de ilusión y la buena compañía de Leticia, pero también con las trabas de un emprendedor. Anteriormente tuvo que hacerse autónoma durante unos meses en otra comunidad y ahora no ha obtenido ni subvención ni tarifa plana. «Es duro empezar de cero pagando casi 300 euros al mes solo de autónomo», lamenta.
Además, reclama al Ayuntamiento que adecúe la zona verde más próxima al local para poder salir con los pequeños y que tengan contacto directo con la naturaleza. Se trata de la plaza Carmelo Solís, que está repleta de malas hierbas y con aspecto de abandono. Lo demanda porque un ambiente adecuado promueve la independencia en la exploración y el proceso de aprendizaje de los que serán adultos en un futuro no muy lejano.