La imaginación puede tener solamente una base sensorial. La educación de los sentidos, que prepara para la exacta percepción de todos los diferentes detalles en las cualidades de los objetos, es la base de toda observación. Esto ayuda a colectar del mundo externo el material para la imaginación. María Montessori
El mundo es color, tamaño, forma, figura, sonido, tacto, sabor y olor. Los niños viven en un mundo de sensaciones. Para poder continuar con su tarea de desarrollo creativo, los niños necesitan clasificar y expresar las impresiones que reciben. A través de la vista, el tacto, el sonido, el sabor, y el olor, los materiales sensoriales les permiten clarificar, clasificar, y comprender su mundo.
Los conceptos de largo y corto, por ejemplo, son percibidos en las barras rojas de diferente longitud. De la misma manera, liso y áspero se experimentan al tocar lija áspera y papel liso. Más adelante estas lecciones se repiten con el globo terráqueo de lija, ayudando al niño a distinguir entre la tierra (áspero) y el agua (liso).
El niño obtiene herramientas y conocimientos para completar y entender su exploración sensorial del mundo: las formas de las hojas y flores, los polígonos y cuerpos geométricos, las formas de tierra y agua tridimensionales, los mapas rompecabezas y un globo terráqueo de colores.
Además de capacitar al niño a clarificar e internalizar conceptos tales como tamaño, forma, color, sabor y sonido, los materiales sensoriales también proveen una base para el desarrollo de otras habilidades, tales como la música, las matemáticas o el lenguaje. Al trazar la letra “m” con su dedo, un niño no solamente dice el sonido del símbolo “m” sino también ¡siente su textura! Más tarde mientras escriben la letra, los músculos de su mano recordarán el movimiento que hicieron antes.
Los materiales sensoriales Montessori, al apelar directamente a las activas antenas sensoriales de los niños, hacen del aprendizaje un resultado natural del deseo del niño de explorar.