4.8.19

MANIFIESTO DE LAS LECTORAS QUE TIENEN LA OPORTUNIDAD DE LEER

Como lectora que tiene esa oportunidad, seré consciente de que cualquier lectura cuyo fin sea ensanchar mi vida y hacerla más profunda necesita un poquillo de tiempo que a lo mejor no puede estar previamente determinado – una hora o media hora al día- porque mi vida es complicada y está llena de cosas que hacer. Así que estaré abierta a los pequeños ratos libres, y preferiré alimentarme con un libro que desnutrirme con las pantallas.

Como lectora de la oportunidad, consideraré a un libro como un medio de vivir otras vidas, abrirme a la riqueza de otros lugares y otros tiempos, a las aportaciones de los escritores y a la posibilidad de paladear sensaciones nuevas.

Como lectora de la oportunidad, dejaré tiempo para pensar en lo que he leído, para darme el gusto de buscar un final distinto, para leer en un grupo de amigas - o en una asociación como Antares- para conversar sobre libros, para enriquecer mi realidad. Seré consciente de que yo veo muchas más cosas de las que el autor pensó porque me veo a mí misma en cada personaje que me enamora.

Como lectora de la oportunidad, me esforzaré en aprovechar mi propio tiempo de lectura y no me escocerá el dejar un libro sin terminar si no me emociona. Aprenderé de mis errores y poco a poco iré encontrando libros a mi medida.

Como lectora de la oportunidad, no tendré miedo a los clásicos, ni a los libros gordos ni a los ensayos ni a esos libros que no ha leído nadie. Todos son herramientas para bucear profundamente en mí misma.

Como lectora de la oportunidad, me imaginaré cómo son los ojos de los protagonistas de los libros, escucharé su risa, compartiré su dolor, les tendré cariño, confiaré en ellos. Y cuando alguno me llegue profundamente al corazón, apreciaré el privilegio.

Compartiré mis descubrimientos. Me dejaré aconsejar. Aconsejaré en lo que pueda.

Como lectora de la oportunidad, me atreveré a releer lo que leí de joven y me llegó al alma. Y así descubriré que sigo siendo yo, O que ya no soy la misma persona. Así sabré cómo ha sido mi relación con el tiempo.

Como lectora de la oportunidad, si me apetece escribir algo, no tendré miedo.

Haré un esfuerzo por tener paciencia con mis hijos. No me cansaré de que me vean leer.

Como lectora de la oportunidad, daré una buena bienvenida a los libros nuevos, con su olor crujiente; y a los de la biblioteca, que llevan en su cuerpo las cicatrices de las lágrimas y el eco de las risas de muchas otras personas.

Procuraré estar atenta al final de un libro, de manera que haya espacio para preguntarme a mí misma qué he aprendido de mí que antes no sabía.

Como lectora de la oportunidad, cuidaré la intensidad de mis buceos en el argumento de ese libro que me engancha y, si no es necesario, no compararé a mi pareja con el protagonista.

Como lectora de la oportunidad, respetaré la intimidad de quienes leen a mi lado, así también habrá para mí un poquillo de respeto y silencio.

Como lectora de la oportunidad, procuraré que los libros no me quiten demasiado el sueño, pero si tengo que pasarme la noche entera leyendo porque no lo puedo soltar, no lo soltaré y listo.

Haré un esfuerzo consciente por mi propia desaceleración. Para leer a gusto hay que respirar.

Como lectora de la oportunidad, distinguiré perfectamente, en mi biblioteca, entre los libros esenciales y los superficiales, y sabré siempre responder a la pregunta: ¿Qué cinco libros salvarías de un incendio?

Como lectora de la oportunidad, disfrutaré todo lo que pueda de reírme y de llorar delante de un libro. Y si termino por mojarlo de lágrimas, bien mojado quedará.

Como lectora de la oportunidad, disfrutaré todo lo posible de realizar una actividad llena de sentido, en sí misma productora de felicidad, tal vez como pocas.

Y de vez en cuando dedicaré un pequeño pensamiento a esos dos tercios de mujeres de la tierra que no pueden o no saben leer.

Porque necesitamos los libros.

Porque las grandes obras de la literatura son grandes regalos que los seres humanos nos hemos hecho a nosotros mismos.

Porque los grandes escritores explican nuestra vida, la orientan, la iluminan.

Porque leer nos ayuda a comprender y eso nos hace mejores personas.

Porque existe la novela que cuenta mi vida, el poema que habla de mi amor, el libro de pensamiento que aclara el mío.

Porque buscar esos libros donde está mi retrato es una aventura apasionante. Y no me la pienso perder.

Porque a lo mejor tiene razón la escritora Marguerite Yourcenar, en las Memorias de Adriano cuando dice:
No estoy seguro de que el descubrimiento del amor sea por fuerza más delicioso que el descubrimiento de la poesía.