El día del libro fui a la clase de mis hijos a leerles un cuento. El elegido fue “La oruga glotona” uno de los preferidos de mis hijos, en esta entrada os hablé sobre el cuento.
Decidí contárselo de una manera diferente, por medio de un teatrito y
después hacerles un taller sobre el cuento, así que al final utilicé el
kamishibai.
¿Qué es eso del kamishibai?
Kamishibai, en japonés, quiere decir “teatro de papel”. Es una manera
muy habitual para contar cuentos en Japón. Es un teatrillo formado por
un soporte de madera con tres puertas (butai) en el que se insertan unas
láminas, por la parte trasera de las láminas está escrito en cuento,
además van numeradas en sentido contrario para no perderse, y por la
parte delantera, las láminas ilustran el cuento.
Mientras el narrador cuenta el cuento, los niños pueden ir
disfrutando de las imágenes de las láminas. Es un recurso fantástico
para recuperar la tradición oral de leyendas y cuentos de siempre.
Lo que hice para preparar mi kamishibai fue escanear e imprimir las
imágenes del cuento, ampliarlas a tamaño DIN A3 y plastificarlas (la
plastificadora es maravillosa, además últimamente está que echa humo).
A continuación, preparé los alimentos que aparecen en el cuento a
tamaño DIN A4 y los plastifiqué, realizando un agujero en cada uno de
los alimentos, luego os explicaré para qué. Me fui al parque y recogí
hojas caídas de un árbol, tantas como niños había en la clase.
Me preparé el cuento (aunque ya me lo sabía de memoria porque lo
leemos toooooooooooodas las noches) y preparé una pequeña oruga glotona
hecha con pompones para cada niño, si queréis ver cómo las hice lo
explico aquí.
Conforme saqué el kamishibai, los niños ya se quedaron alucinados,
pero cuando abrí las puertas del teatrillo… comenzó la magia. Les
comencé a contar el cuento sacando el peluche de la oruga glotona que
tenemos en casa, todos miraban con muchísima atención las láminas, y
cuando llegué a la parte en la que la oruga come sin parar, saqué los
alimentos que había plastificado y un hilo de lana, tal y como iba
nombrando los alimentos, los iba pasando uno a uno por el hilo, de modo
que se quedó como un collar con todo lo que había comido la oruga.
Después, cuando la oruga se come la hoja, me levanté y les dí una hoja
de árbol de las que había recogido en el parque a cada niño, para que
viesen qué comen las orugas en realidad.
El cuento acaba cuando la oruga se convierte en mariposa, en casa
tenía una marioneta de dedo de Ikea de una mariposa, así que cuando iba a
salir de la crisálida, saqué la marioneta para que viesen cómo la oruga
que se había convertido en mariposa se iba volando.
Cuando terminé de contar el cuento, cerré las puertecitas del
kamishibai y les dí a cada niño una oruga hecha con pompones, y luego
hicimos el taller.
El taller consistió en pintar con pintura de dedos verde y roja una
oruga glotona, cuando el día siguiente se secó, su profe les pintó los
ojos a las orugas y los peques se lo trajeron a casa tan felices.
Mi kamishibai lo compré hecho, el soporte de madera en sí, pero la
verdad es que si sóis un poco apañados no creo que cueste mucho hacerlo
en madera, sino, he visto algunos hechos en cartón preciosos.
Cada vez hay más empresas que fabrican kamishibais, normalmente en
tamaño DIN A4 o DIN A3, te los venden con o sin cuentos, dependiendo de
lo que quieras, cuesta más o menos. Yo personalmente elegí hacer mis
propios cuentos y plastificarlos, os animo a hacerlo y a contar un
cuento en un kamishibai porque se crea un momento de magia… precioso.